
España conmemoró el 40 aniversario de su Constitución, "el gran pacto por la convivencia" (en palabras del Rey Felipe VI) que dio paso al mayor desarrollo de su historia. Pese a estos méritos, resulta inevitable que el debate sobre posibles reformas esté abierto. Sin duda, esos cambios pueden producir mejoras que ayuden a solucionar conflictos siempre latentes en el modelo autonómico, como el referente a su financiación.
Más discutible es que esta reforma se considere una fórmula mágica para solucionar problemas tan complejos como la cuestión catalana. En todo caso, la Constitución de 1978 constituye un modelo de éxito basado en el acuerdo entre los partidos democráticos. Ese ideal de máximo consenso debe constituir la guía de todo futuro cambio.