
Una vez que todas las autopistas de peaje quebradas se han revertido al Estado, Fomento negocia con Hacienda y Economía para bajar sus tarifas. Puede parecer una medida precipitada, en un momento en que no se sabe aún cuál será el impacto para el déficit público de esta reversión. Sin embargo, existen sólidos argumentos a favor.
El recorte del precio, además de igualar unas tarifas ahora muy dispares, puede mejorar la situación financiera ya saneada de estas infraestructuras. No en vano un peaje más bajo es un acicate para elevar su tráfico, especialmente de mercancías, lo que permitiría incluso que las autopistas entraran en beneficios. En esta situación su atractivo sería aún mayor en caso de que se produjera una relicitación que Fomento aún baraja.