
El encuentro del presidente de China, Xi Jinping, con su homólogo español, Pedro Sánchez se saldó con el compromiso de ambos países contra "el proteccionismo y el unilateralismo". Pekín gana así un nuevo aliado en la guerra comercial que le enfrenta a EEUU en un momento muy significativo. No en vano está a punto de comenzar una cumbre del G-20 en la que el enfrentamiento entre los dos gigantes tendrá un rol crucial en el encuentro (pese a las escasas expectativas de que se llegue a algún acuerdo).
España adopta una estrategia acertada al mostrarse como un aliado comercial fiable de China ahora que el país asiático prevé un fuerte incremento de sus importaciones debido al aumento de su clase media (así lo explicó el propio Xi). Tampoco cabe reprochar nada a la posición española contraria al proteccionismo.
Con todo, resulta también crucial entender que en este problema no todo depende de la actitud de EEUU. Por agresivas que sean las declaraciones del presidente Trump, resulta simplista considerar que su objetivo es lograr que China venda menos a EEUU. En realidad son constantes las críticas del propio Trump a las casi 4.000 barreras a la exportación extranjera (que no sólo incluyen aranceles) actualmente en vigor en territorio chino. Su proteccionismo se ejerce igualmente a través de los controles que impone a la inversión foránea, con exigencias como incluir siempre socios chinos mayoritarios en las empresas que creen allí los extranjeros.
En su encuentro con Sánchez, Xi se comprometió a eliminar este tipo de barreras, pero falta por concretarse en qué medida lo llevará a cabo. China debe mostrarse ambiciosa en este sentido y mostrar reciprocidad en sus exigencias a EEUU de acabar con los aranceles.