
Las plataformas de economía colaborativa han crecido exponencialmente gracias a las ventajas que generan a los consumidores: transparencia, fiabilidad, facilidad de uso... Según la CNMV, más de un tercio de los españoles las ha utilizado en el último año. Sin embargo, esta nueva manera de contratar servicios ha generado controversia por algunos de sus efectos: quejas de comunidades de vecinos sobre Airbnb, protestas de los taxistas frente a Uber y Cabify o acusación de precarización del trabajo en Deliveroo. Este último efecto abre de lleno un debate más profundo sobre el puesto de trabajo del futuro y el tipo de relación entre empresas y trabajadores. ¿Es esto sólo el principio?
La economía colaborativa, al ser un fenómeno nuevo no legislado, abarca una gran diversidad de plataformas. La Comisión Europa las define como plataformas online que facilitan el intercambio de bienes y servicios entre sus usuarios por recompensas monetarias y no monetarias. Sin embargo, existen tipos de servicios muy diferentes. Primero, las plataformas de activos, que optimizan activos infrautilizados como una casa en Airbnb; segundo, las plataformas de servicios digitales, que permiten a traductores o ingenieros de software ofrecer sus servicios desde cualquier lugar del planeta. Finalmente, las plataformas de servicios con raíz local, que permiten acceder a profesionales locales como repartidores o profesores de repaso. Son, sobre todo este último tipo, las que establecen una nueva relación entre empresas y trabajadores.
Las plataformas de servicios online tienen unas características únicas para los prestadores de servicios que no se pueden conseguir con otras formas de obtener ingresos. Por ello, un gran número de prestadores deciden acudir a ella.
Entre sus características se encuentra la flexibilidad horaria. No hay horarios fijos, ni turnos. "Siendo rider puedo trabajar justo en los horarios en los que no estoy en clase y si tengo examen pues esa tarde no cojo la bici. En un bar me sería mucho más difícil", menciona Juan, rider. Esto es una gran diferencia respecto a la mayoría de trabajos de baja necesidad formativa, en los que la obligatoriedad de horarios genera problemas de conciliación con otras ocupaciones.
Otra, es ser tu propio jefe. Tú eliges con quién, cómo y cuándo trabajar. No hay jefes con exigencias y uno mismo establece sus propios métodos para mejorar. "A mí lo que me gusta es que no tengo que estar peleándome con mi jefe sobre cómo hacer el trabajo. Siempre intento mejorar y en mi anterior trabajo en un restaurante el jefe no me dejaba cambiar nada".
Además, la mayoría de plataformas no requieren de experiencia, atrayendo a personas con difícil acceso al mercado laboral. "Estuve buscando trabajo durante meses, pero sólo encontré trabajos en negro con un albañil del barrio". Las plataformas están permitiendo aflorar actividad legal para personas que en ocasiones se veían obligadas a actuar en la economía sumergida.
A medida que las nuevas generaciones valoran crecientemente estas características únicas, más personas van a decidir acceder a ellas para obtener ingresos.
La legislación laboral actual es anterior a la aparición de la economía colaborativa y tal y como destaca el informe de la Comisión Europea "la relación contractual del proveedor de servicios y la plataforma es confusa en la mayoría de casos [...] algo que es clave dado que ello define el acceso a seguridad social, formación y condiciones de trabajo". La regulación establece contratos laborales con horarios semanales fijos y con muy poco margen de cambio, justo lo contrario a la flexibilidad horaria que una mayoría de prestadores de servicio requieren. Por ello, la mayoría de plataformas se ven abocadas a utilizar la figura del autónomo como forma para establecer una relación con el prestador de servicios. Sin embargo, esta forma contractual no es idónea al no ofrecer seguridad social, paro ni baja por enfermedad -algo especialmente importante para personas que prestan servicios con esfuerzo físico.
Los beneficios de la economía colaborativa han generado una gran afluencia de prestadores de servicios. Esta nueva forma de obtener ingresos seguirá creciendo entre las personas que valoren su flexibilidad y autonomía. Sin embargo, es necesario que se regule, junto con las empresas y los proveedores de servicios, un nuevo marco de relación para asegurar que los partícipes de esta economía se benefician del estado del bienestar