La campaña y el resultado de las elecciones andaluzas trascienden de su interpretación regional, ya que será la primera gran prueba de fuego de los nuevos líderes nacionales.
Por eso, los partidos se han volcado en actos, visitas, encuentros y mítines, salvo en el caso de Pedro Sánchez, quizás porque el PSOE-A cree que el presidente resta más que suma en una contienda en la que históricamente el triunfo siempre fue para los socialistas.
El 2 de diciembre, Pablo Casado testa en este laboratorio la capacidad de mejorar con su marca a un candidato que, aparentemente, no tiene tirón para sumar con Cs y desbancar al PSOE de San Telmo. Los de Rivera, por su parte, medirán hasta dónde es posible llevar el crecimiento geométrico del número de escaños, confirmando que pueden recoger votos tanto de la derecha como de la izquierda. Cualquier resultado para ellos, a priori, será bueno.
Claro que cualquier alianza posterior puede echar al traste una campaña centrada en Albert Rivera. De Adelante Andalucía se esperan buenos datos. La incógnita es si Susana Díaz quiere someterse a una franquicia de Podemos. Esa ya sería la primera pista para la siguiente cita: las nacionales.