
Este fin de semana, coincidente con el puente de Todos los Santos, estaba marcado en rojo para el sector bancario europeo. Ayer, se publicaron los datos de los tests de estrés a los que la banca, concretamente los cuarenta y ocho bancos más grandes de la zona euro, se ha tenido que enfrentar. Se intentaba medir la solvencia de la banca, no la rentabilidad ni ningún otro aspecto, ante un escenario macroeconómico adverso, así como el impacto de las medidas regulatorias que han entrado en vigor.
Son muchos los que se preguntan, yo mismo, realmente para qué sirven estas pruebas que de forma periódica se realiza a las entidades crediticias radicadas en la zona euro. Recordemos que en unas pruebas similares el Banco Popular, hoy intervenido y absorbido por Santander, se quedó por debajo de la nota de corte, 8 por ciento con un 6,62 por ciento, pero sin ser llamado a recapitalizarse. Nadie dedujo de este resultado el desastre vivido posteriormente por esta entidad. Un año después de estas pruebas, se desencadenó el fin de la otrora entidad con uno de las ratios de rentabilidad más alta del sector bancario mundial. Solo en ese momento el banco italiano Monte dei Paschi di Siena cateó de forma estruendosa: su nota fue del -2,2 por ciento. Curiosamente, hoy, la pequeña banca italiana continúa existiendo, con un ajustado y exigente programa de saneamiento y reestructuración, mientras que la entidad española es tan solo ya una marca.
Dejemos su eficacia y centrémonos en las condiciones de las pruebas. Lejos de ser tan exigentes como las que la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco de Inglaterra han llevado a cabo con sus entidades, en Europa nos hemos centrado en un escenario macro exigente.
En lo que se refiere a actividad económica me- dida por el PIB, ya sabemos que sin crecimiento y con recesión la banca, como todo sector, se resiente. El escenario es de un desvío a la baja del 8,3 por ciento, con este año y el siguiente de contracción y el 2020 de modesto crecimiento. Se simula la inflación algo que, aún siendo negativo, su ausencia hace que la carga para devolver las deudas sea más difícil, y se ha estimado para los tres años en una cifra del 1,9 por ciento. Se centran las pruebas llevadas a cabo en una fuerte caída del precio del ladrillo más frecuentemente financiado por la banca: inmuebles y locales comerciales; partiendo de un desplome de los precios de alrededor del 20 por ciento para ambos. Asimismo, y dado el volumen de deuda pública en manos de los bancos, se endurecen las condiciones de financiación para los Estados, que se traducen en fuertes incrementos de la prima de riesgo. No olvida, por supuesto, también el impacto de un Brexit duro y sus consecuencias económicas.
En España, Sabadell se ve perjudicado por la dependencia al ciclo económico y el efecto del 'ladrillo'
Hay también un tema técnico que se ha incorporado en estas pruebas a las que se han sometido los grandes bancos y que tiene que ver con la contabilidad. Ha entrado en vigor la norma conocida como IFRS9, novedad sobre provisiones por pérdidas. La novedad de este nuevo criterio para provisionar los quebrantos por mora es el momento en que nace la obligación, por parte de las entidades, de detraer fondos de la cuenta de resultados. Si antes de implantarse la norma la condición para provisionar era que se produjese la pérdida, ahora la norma es que la dotación se lleve a cabo bajo la premisa de pérdida esperada, si se prefiere una estimación por parte de los bancos de la morosidad esperada por la entidad. En este sentido, algún estudio, principalmente de la Autoridad Bancaria Europea o EBA, mostraba un aspecto penalizador para la banca española. Una situación, por cierto, bastante comprensible dado la fuerte dependencia que tenemos en el país a los ciclos económicos, donde en recesión los efectos se amplifican al compararlos frente a los países de nuestro entorno.
El resultado de estas pruebas serán públicos para 42 bancos europeos. En el aspecto nacional conoceremos los resultados de la prueba, la nota de la misma, para las siguientes entidades nacionales: BBVA, Caixa Bank, Sabadell y Santander. No, no se me ha olvidado Bankia, la entidad estaba excluida de estos tests, pues está con la incorporación de la murciana BMN; esta situación desfiguraría las pruebas y es por ello que se le ha dejado fuera. El resto de entidades, todas ellas de menor tamaño, no es que no realicen las pruebas, sino que no se harán públicas sus resultados. Será directamente el supervisor el que se dirigirá a ellas para indicarles el resultado y, si fuese menester, ver cuáles son las medidas a tomar.
La atención estaba centrada sobre todo en la banca italiana, unas entidades que preocupan en Europa dado el estancamiento que ya muestra la economía italiana, los problemas de acumulación de deuda pública en sus balances, así como los bajos ratios de rentabilidad, sin olvidar la complicada situación política del país con la devolución de Presupuestos por parte de la Comisión Europea. No podemos olvidar, desde hace tiempo perejil de todas las salsas de preocupación sobre bancos, a las entidades alemanas. Los ojos estaban dirigidos a todo el sector, pero especialmente al Deutsche Bank dado sus problemas que ya dejan dos años de pérdidas continuadas, además de un cambio en la cúpula de la entidad alemana.
Antes de entrar ya en las notas y las observaciones, debemos tener en cuenta que la solvencia se está midiendo bajo la ratio CET1 o capital tier1, básicamente los recursos propios más estables, acciones y reservas. El CET1 se mide en porcentaje y la relación entre el volumen de recursos sobre los activos ponderados por riesgo. Cuando éste es superior al 8 por ciento, no hay que preocuparse: cuanto más alto, mucho más solvente.
La pregunta más importante sigue abierta: ¿tienen alguna utilidad real estas pruebas?
Por el contrario, si la ratio desciende por debajo del 5,5 por ciento la entidad debería presentar planes para su recapitalización, ya que, en términos populares, habría suspendido.
Los bancos españoles aprueban todos y no hay sorpresas. Por orden alfabético y en porcentaje: BBVA: 9,25; Caixa: 9,11; Santander: 9,72 y Sabadell 8,4. Cierto que los ratios son ligeramente más bajos que los de la media europea, pero nuevamente hay que remarcar que todos los bancos de los que se han publicado sus resultado están por encima del 8 por ciento, el nivel que consideramos de aprobado en supuestos económicos muy adversos.
El banco que acusa un mayor impacto en los escenarios fijados es, como anunciaba anteriormente, el Banco de Sabadell, que se ve muy perjudicado en un entorno muy duro por la dependencia de la economía española al ciclo económico (las pruebas consideran una caída de los precios del inmobiliario de un 20 por ciento), aun así el banco sigue por encima del 8 por ciento. No salgamos corriendo ante la nota del banco que, insisto, para las características del mismo son positivas.
Precisamente esos números ligeramente por debajo de la media europea podrían en el futuro, juntamente con otras veinticinco entidades, ver cómo el regulador podría suspender el pago del dividendo. Una medida de previsión y que no debería por tanto preocupar a los clientes de las entidades.
Entre esa lista de veinticinco entidades se encuentran nombres tan importantes como los ingleses Barclays, HSBC, Lloyds o RBS; los franceses BNP o Société Générale; los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank; el gigante italiano Unicredit o el conocidísimo holandes en España ING.
Por tanto nuevamente apelar a la calma sobre los bancos españoles y tener presente que no son tanto los bancos, como nuestra dependencia del ciclo y nuevamente el efecto del ladrillo en nuestra economía.
Es evidente que una vez visto los nacionales, la atención se centra en los suspensos. Esta vez no hay ningún banco bajo ese 5,5. Dos bancos ingleses, como se nota el peso del Brexit, son los de peor nota: Barclays y Lloyds. Por el contrario, los otros dos HSBC y RBS superan el 8, por encima del 9.
En Italia, mercado muy vigilado en estas pruebas, es el BPM el que peor sale reflejado, sin embargo el resto de las entidades para nada sale desfigurado. Es más, Intesa Sanpaoli tiene unos ratios superiores a los de los nuestros.
En cuanto a los franceses, son las insignias del sistema las que registran peor nota. Société Générale está entre los peores del bloque. El conocidísimo BNP, con mejor nota, presenta también unos ratios ajustados dentro, remarco, de la solvencia. Sorprende por su fortaleza el grupo Crédit Mutuale, con una ratio de solvencia de las más altas.
Como no, hay que pararse necesariamente en la tan escrutada últimamente banca alemana. Nuevamente allí una entidad, el Norddeutsche Landebank, está entre los de peor nota en solvencia, situándose por debajo del 8. Comerzbank y Deutsche no salen mal parados y estarían a nivel de los bancos españoles, algo peor situado el último, pero ambos por encima del 8.
Sorprendente por su fortísima solvencia el NRW Bank, radicado en Renania-Westalia, para demostrar que no se puede generalizar al hablar del sistema crediticio alemán.
En definitiva, las pruebas no deparan lo que prácticamente era una idea compartida por muchos. La banca europea, en base a estas pruebas, parece econtrarse en una situación un tanto desahogada, siendo los bancos ingleses, por el Brexit, los que parecen presentar menor fuerza.
Ni Italia, ni Alemania, ni España parecen presentar hoy por hoy entidades con problemas. La pregunta, en todo caso, sigue estando presente: ¿sirve para algo este tipo de pruebas?