Opinión

Qué se esconde tras el mal comportamiento del Dax alemán

Es la locomotora de toda la economía europea. Está impulsada por una tecnología brillante. Invierte a largo plazo, creando productos muy competitivos, perfectamente diseñados y que se exportan a todos los países. Se habla mucho de que la economía alemana es una de las más fuertes del mundo y de que constituye un ejemplo para el resto de nosotros, del que deberíamos intentar aprender.

Pero hay, curiosamente, un lugar en el que no verás ninguna prueba de ello. El índice Dax, el equivalente alemán del FTSE o Dow, es lo que llaman un perro del mercado, y cada vez es peor. Claro, como cualquier inversor aprende muy rápidamente. A pesar de que el mercado de valores no siempre es un reflejo exacto de lo que está sucediendo en una economía nacional, su funesto desempeño también apunta a algunas grietas en la potencia alemana, y nos dice que no es tan grande como parece.

El mercado alemán ha bajado más de un 11% en lo que va de año, medido en términos de dólares. Eso es un poco más que Hong Kong, España e Italia, y significativamente peor que Gran Bretaña y Francia

Si se le preguntara a la mayoría de la gente cuál ha sido el mercado desarrollado con peores resultados en lo que va de año, probablemente sugerirían Italia, que está aumentando el rendimiento de los bonos y está en lucha abierta con Bruselas. O quizás Reino Unido, a punto de caer caóticamente fuera de la Unión Europea. O un Japón atrapado en una recesión permanente. Pero, de hecho, no es nada de eso. Es Alemania. Su mercado ha bajado más de un 11% en lo que va de año, medido en términos de dólares. Eso es un poco más que Hong Kong, España e Italia, y significativamente peor que Gran Bretaña y Francia, con una caída del 6% y el 3%, respectivamente. Durante un período de tiempo más largo, el rendimiento no es nada mejor, especialmente tras una semana como ésta en la que perdió sus soportes. El FTSE, por el contrario, todavía está por encima de su nivel de 2015, aunque solo un poco después del martilleo de las últimas dos semanas.

Además, casi la mitad del índice está compuesto por empresas en alguna forma de crisis. ¿Como cuáles? El una vez poderoso Deutsche Bank se halla en profunda decadencia y puede que ni siquiera sobreviva en los próximos años. Lo que antes era la principal institución financiera de Europa ya no se encuentra ni siquiera entre los quince primeros bancos medidos por su valor de mercado. Volkswagen sigue atrapada en las secuelas del escándalo del dieselgate, mientras que los otros grandes fabricantes de automóviles están lidiando con la llegada de los coches eléctricos y autopropulsados. Muchos de los gigantes industriales están inmersos en una dura lucha. ThyssenKrupp, por ejemplo, una empresa que antaño dominó la potencia industrial del Ruhr, recientemente se ha visto obligada a dividirse mientras lucha por reinventarse a sí misma, mientras que Siemens intenta reconstruir su reputación tras un escándalo de sobornos. El sector de los servicios públicos se ha visto afectado por la repentina decisión del país de abandonar la energía nuclear. El año pasado se registraron pérdidas récord de 16.000 millones de euros. El FTSE o el CAC-40 de Francia tienen su cuota de empresas que se enfrentan a retos importantes a medida que cambian los mercados. ¿Pero tantas como para sumar la mitad, que es lo que ocurre en el Dax? Un número alarmante de los gigantes de esa gran empresa que es Alemania está en problemas.

La economía alemana tiene muchos puntos fuertes residuales, pero también tiene un aspecto extrañamente anticuado

Claro, la bolsa y la economía no son lo mismo. Nadie juzgaría a EEUU únicamente por la actuación del Dow (aunque Donald Trump po-dría intentarlo) o a Japón por el Nikkei, lo que pintaría un cuadro demasiado sombrío. Aun así, la lamentable actuación del Dax no puede descartarse como una mera coincidencia. De hecho, hay algunas pistas sobre los problemas que se avecinan.

La economía alemana tiene muchos puntos fuertes residuales, pero también tiene un aspecto extrañamente anticuado. De hecho, se puede ver que en los sectores que dominan el índice. Casi un tercio del Dax está compuesto por empresas de automoción. Los productos químicos e industriales representan alrededor del 20% cada uno. El software y los bienes de consumo están muy por debajo de la lista, aunque se trata de industrias con perspectivas de crecimiento mucho mejores.

Berlín tiene unas cuantas empresas de nueva creación, pero no hay empresas de Internet de las que nadie haya oído hablar; sorprendentemente, un país que fue líder en la primera y segunda revolución industrial no está en ninguna parte en la tercera (su competidor más conocido, Rocket, vio cómo sus acciones se hundían en 2015, y ha sido lento en recuperarse). Ha hecho un buen trabajo vendiendo productos manufacturados y máquinas-herramienta al mundo, pero China lo está alcanzando rápidamente, y pronto podría sacarlo de muchos mercados.

Y las exportaciones industriales son el único sector que es especialmente vulnerable a un colapso del sistema de comercio mundial; de hecho, el presidente Trump ya ha amenazado con imponer aranceles a los productos alemanes.

Alemania tiene pocos empresarios, y no muchos negocios de rápido crecimiento. Solo cuatro nuevas empresas se han unido al Dax desde 2012, y una de ellas fue una escisión de Bayer. Y está atascada con un Gobierno de coalición bloqueado, que parece incapaz de tomar decisiones audaces. En realidad, el funesto desempeño del Dax nos está diciendo que la economía alemana no es todo lo que está destinada a ser. Tarde o temprano, eso se hará evidente -el Dax simplemente ha llegado a esa conclusión un poco más rápido que muchos analistas-.

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