
Los mercados europeos perdieron el soporte clave que marcaban los 11.500 puntos del Dax alemán. Todo tipo de motivos se confabularon, desde el miedo a una desaceleración más intensa en China hasta las nuevas revelaciones sobre el asesinato del periodista Yamal Kashoggi. Pero, en clave europea, lo decisivo fue el histórico paso que dio la UE al rechazar el borrador de Presupuestos de Italia.
Estamos ante factores de indudable gravedad, aunque no debe exagerarse su alcance. Resulta claro que Italia lleva su enfrentamiento con la UE al límite, pero también es cierto que Roma abandonó su retórica anti-euro en las últimas semanas. Es más, en la defensa que el Gobierno transalpino hace de sus Cuentas, abre la puerta a recortes del gasto si no consigue estimular el crecimiento como promete y, de hecho, resulta prematuro dar por seguro que Bruselas sancionará a Italia. En cuanto a la desaceleración de China, y de otras áreas como la eurozona, conviene vigilar su evolución, pero nada permite augurar una nueva recesión mundial.
Por todo ello, puede afirmarse que faltan argumentos para que el pánico se desate en las bolsas. Sin duda, este último trimestre presenta grandes incertidumbres como la evolución de la guerra comercial tras las elecciones estadounidenses del mes próximo, o el bloqueo de las negociaciones del Brexit.
A todo ello se suma el hecho de que el mercado director, EEUU, tampoco se libra de las caídas y puede testar los mínimos del año. En este contexto, son sin duda factibles más retrocesos de la bolsa europea (su potencial de mengua es del 10 por ciento desde soportes) y resulta casi misión imposible terminar 2018 en positivo. Pero no existen razones para garantizar una nueva debacle en bolsa.