Opinión

Con las cosas de comer no se juega

Imagen: Dreamstime

Cuando el ahora ministro de Fomento, Jose Luis Ábalos, se reunió con el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, para recabar su apoyo al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, éste le preguntó: ¿Y qué vais a hacer con la economía?, ¿Vais a cumplir con el déficit? Ábalos le contestó contundente:"Con las cosas de comer no se juegan".

El Gabinete de Sánchez, integrado en su mayoría por ministros solventes y conocedores de la materia, corroboraron las palabras de Ábalos y envió una señal de tranquilidad a los inversores.

Pero, una vez más, la realidad ha desbordado la buena voluntad del ministro. La amenaza de la titular de Defensa, Margarita Robles, de anular el contrato de entrega de bombas a Arabia Saudí puso en riesgo 6.000 empleos de Navantia en el Puerto de Santa María (Cádiz) y puede causar un serio impacto en el AVE a La Meca.

Los saudíes han perdonado la vida en varias ocasiones al consorcio español encargado de construirlo, por los continuos retrasos que acumula. La obra debía de haberse entregado hace un par de años. Primero se acordó un aplazamiento de 14 meses, hasta marzo de este año, y luego se prorrogó hasta 2019, y aún no tiene fecha de finalización. Hasta ahora, Riad había sido comprensivo por las dificultades imprevistas o los incumplimientos de otros contratistas, pero se teme que a partir de este momento sea inflexible, La penalización prevista en el contrato es un millón por cada día de retraso.

Y lo que es peor, la explotación del AVE, que quedará en manos de Renfe, no será rentable si no logra autorización oficial para el transporte de peregrinos a la Ciudad Santa, el principal flujo de movimiento de pasajeros en esta línea.

Otra ministra que sorprendió esta semana al personal fue la de Economía, Nadia Calviño, quien amenazó con una subida de impuestos aún mayor de la anunciada si se veía obligada a cumplir con la senda fiscal del anterior Gobierno, que prevé un recorte adicional del déficit en 5.000 millones, para dejarlo en el 1,3 por ciento del PIB.

En una conferencia pronunciada esta semana, la antigua asesora del exministro de Economía y actual vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, consagró toda su política económica al gasto social y la lucha contra las desigualdades.

De convicciones liberales y contraria a la subida de impuestos hasta ahora, Calviño se erigió, desde su nombramiento en 2014 como la directora general de Presupuestos de la Unión Europea (UE) hasta su acceso al Ministerio de Economía en junio pasado, como una firme defensora del recorte del déficit. Su mandato como directoral general de Presupuesto, en el que está en excedencia, lo ejerció a las órdenes del comisario de Hacienda alemán, Günther Oettinger, un destacado dirigente de la conservadora CDU germana y ex primer ministro de Baden-Wurtemberg.

Se ve que Calviño es más bien de principios grouchonianos, "si no le gustan estos, tengo otros". En círculos próximos a la ministra se asegura que pactó con Sánchez hacerse cargo de la cartera de Economía, a cambio de ocupar la comisaría que corresponde a España en la UE a finales de 2019, cuando concluya su estancia el actual comisario de Energía, Miguel Arias-Cañete. "Es muy ambiciosa, está de paso por nuestro país, y sólo piensa en volver a Europa", asegura alguno de sus amigos.

Con estos precedentes, empieza a correr la sensación de que Calviño es un remedo de Pedro Solbes, el vicepresidente económico y ex comisario europeo que designó Zapatero para tranquilizar a los inversores, y que se limitó a seguir las instrucciones del presidente.

Calviño, como Solbes en su día, ha recibido el encargo del Sánchez de salir a la palestra, pese a que odia la exposición pública, para negar que el enfriamiento que comienza a sufrir la economía vaya a derivar en un resfriado en toda regla, como advierte este fin de semana elEconomista en su primera página.

El deterioro de la economía se está acelerando por la aprobación de medidas de gasto, como la sanidad universal o el incremento de las partidas destinadas a comunidades autónomas y ayuntamientos en vísperas electorales sin una contrapartida de ingresos adicionales, mías allá de un severo castigo fiscal a grandes empresas y directivos con ingresos superiores a 150.000 euros anuales.

Las constantes amenazas de subidas de impuestos por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a la que ahora se suma la titular de Economía, junto a la falta de medidas concretas de política económica amedranta a los empresarios y comienzan a producir un frenazo en las decisiones de inversión. El pacto Sánchez-Pablo Iglesias es el golpe de gracia, que crea aún más alarma internacional.

Tampoco hay que olvidar la coyuntura internacional incierta. A las guerras comerciales del presidente Donald Tump y la inestabilidad de las divisas emergentes, que golpea la cuenta de resultados de muchas empresas del Ibex, se suma la confirmación esta semana, por parte del Banco Central Europeo (BCE), de que las compras de deuda soberana concluirán a finales de año.

Si la economía se estanca, el gasto se dispara y el Ejecutivo se muestra incapaz de convencer a los mercados, los especuladores pueden disparar los precios de colocación de la deuda el año que viene. Aunque nadie piensa en que se repita la crisis de 2008, sí que se encarecerá significativamente el coste de financiación de la deuda.

Con una cifra superior al billón de euros, casi el cien por cien de todo el PIB español, el endeudamiento tiene un coste superior a 30.000 millones anuales para las arcas públicas, más que todo el desempleo y más de la mitad del sistema de pensiones.

Con este panorama, crece la inquietud ante el riesgo de una caída brusca del crecimiento, hasta tasas en torno al 1 por ciento y al aumento del desempleo en 2019, si el Gobierno persiste en su actitud derrochadora.

En el PSOE, las opiniones están también muy divididas, entre los que se decantan por elecciones antes de que se caiga la economía y los que consideran que se trata de un alarmismo infundado y son partidarios de esperar el momento propicio. Lo que está claro, según reconocen fuentes oficiales, es que no se agotará la legislatura.

La dimisión forzada por Sánchez de la ministra de Sanidad, Carmen Montón, después de comprobar que había plagiado su tesis, así como las acusaciones contra el propio presidente complican las cosas. Sánchez se resistió hasta el último minuto a echar a Montón para no tener dos ministros cesados en sus cien primeros días de Gobierno. Ahora está atrapado, porque no puede adelantar las elecciones ni aprobar los Presupuestos o la anhelada subida de impuestos, y encima tendrá que cumplir el déficit de Rajoy.

En este contexto, hasta la ministra Calviño, de natural comedida, dio rienda suelta a sus sentimientos y amenazó con más subidas fiscales. La solución no es demonizar a las empresas, sino volver a la ortodoxia y honrar las palabras de Ábalos: "Con las cosas de comer, no se juega".

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