
El pasado viernes escribíamos que Powell se ha convertido en el faro que alumbra Wall Street en la oscuridad que provoca Trump. Me han dicho que es demasiado poético y que no se entiende. Lo que quería decir es que el presidente de la Reserva Federal es una guía para el mercado mucho más clara que en el caso de sus antecesores, porque tiene que contrarrestar las apariciones incontroladas del presidente 'vampiro' de los EEUU. Luz ante la tinieblas. Puede que se entienda todavía menos.
Donald Trump se ha convertido en el personaje para criticar sin piedad tanto por quienes lo odian (la mayoría del mundo) y quienes lo sostienen (la FOX y la mitad de los votantes estadounidenses). Para Wall Street es un personaje al que muchos gustaría eliminar pero que no ha impedido alargar dos años más la fiesta del capitalismo con sus bajadas de impuestos y su inversión en infraestructuras. Incluso la más que discutible defensa de su guerra comercial con China le convierte en una especie de John Wayne para los banqueros de inversión, que ven en Trump esa águila calva que está en la esencia de EEUU, conservador, que apoya las políticas anticomunistas de la caza de brujas de McCarthy.
La América rancia perdona a Trump hasta que puede acabar en impeachment, como a John Wayne que defendiera a Nixon después del Watergate y mantuviera con el ex presidente una amistad que duró hasta la muerte del actor. Cuando Wayne falleció, Nixon declaró que "los papeles que interpretó y la vida que vivió inspirarán a los americanos durante generaciones". Quizás por esa imagen es por la que Stalin, al parecer, intentó matarlo.
Pero el personaje en el que creo que se acabará convirtiendo Trump es el de la novela Soy Leyenda (Richard Matheson, 1954), que tiene analogías con el de la película protagonizada por Will Smith. El protagonista, Robert Neville, repite una y otra vez la misma rutina: repara su casa, revisa el sello de sus ventanas, realiza colgantes con ajo, elimina los cadáveres de vampiros, y sale a cazarlos cuando entiende que entran en coma sin luz solar. Por la noche, Neville se esconde, escucha música clásica, y bebe whisky.
Una rutina como la de Trump, consistente en levantarse y amenazar a alguien por WatsApp por aquello que el mismo dice "que si alguien te ataca, le atacas diez veces de vuelta para al menos sentirte más agusto".
Pero Neville acaba dándose cuenta que el justiciero no es él, y que es a él a quien una parte de la nueva sociedad persigue porque se siente amenazada cuando sale por las noches a pegar tiros. Neville se da cuenta entonces que no es el quien lucha por el bien mayor. Perseguido por todos es cuando se reconoce como una leyenda.