
Quim Torra llegó a la Generalitat aceptando gustoso el rol de mero delegado de Carles Puigdemont.
Cien días después, Torra sigue a la perfección los planes de su mentor y mantiene a Cataluña paralizada. En política autonómica, su actuación se redujo a presentar dos decretos-ley (uno relativo a la prórroga de los Presupuestos de 2017).
En política nacional, el president se empecina en aislar a Cataluña de debates clave como el referente a los objetivos de déficit o la financiación autonómica.
Si a ello se suma su afán por revitalizar el desafío al Estado (instando a "atacarlo"), solo puede concluirse que Torra no ha contribuido un ápice a mejorar la incertidumbre en la que Cataluña se sumió a finales de 2017 y que tan seria amenaza supone para su economía.