
La fábrica de Volkswagen en Navarra plantea parar su actividad durante ocho días. Entre los motivos que alega, está el "cambio drástico" en las peticiones de los clientes, que obliga a replantear su producción.
Ahora los conductores apenas demandan vehículos diésel. No es casual que un cambio de preferencias tan abrupto e inesperado se produzca poco después de que la ministra Teresa Ribera dijera que "el diésel tiene los días contados".
El mensaje no solo es erróneo, ya que ninguna norma de la UE plantea la desaparición inminente de estos vehículos. Además, la reacción de Volkswagen constituye un primer aviso de los perjuicios que afirmaciones tan precipitadas ya causan en la que es una de las industrias clave para el PIB español.