
El Gobierno de Pedro Sánchez está buscando la manera de salir lo menos damnificado posible de su errática política impositiva, incluso de su anunciado impuesto sobre la banca. Desde que jurara su cargo, el presidente del Gobierno ha tenido la posibilidad de charlar sobre este tema con algunas y algunos pesos pesados de la banca española, mientras que la ministra de Economía, Nadia Calviño, se habría reunido con otro grupo con el mismo resultado: un rechazo frontal a una tasa que puede debilitar al sector dentro del entorno europeo.
Está presión, unida a la de alguno de sus aliados políticos -el PNV no estaría por la labor de perjudicar a Kutxabank- ha obligado a Sánchez, por ahora, a retrasar la tasa; o, al menos, a replanteársela. Por el momento, se retrasaría hasta el 2019, y, entonces, si se aprueba, se anticipa que será menos severa de lo que se esperaba, más en línea con lo que se aplique al conjunto de empresas o, incluso, inexistente. Sobre esto, el sector no se atreve todavía a apostar a negro o rojo.
Sánchez se encuentra atrapado en sus propias palabras y eso mantiene el riesgo de que impulse algún tipo de gravamen
Para una parte de las fuentes consultadas, Sánchez se encuentra atrapado en sus propias palabras y eso mantiene el riesgo de que impulse algún tipo de gravamen, ya sea por motivos electorales, ya sea para demostrar que cumple con sus promesas. La tasa bancaria para financiar las pensiones era una de sus medidas estrella, por lo que tendría que encontrar una argumentación muy clara para esquivar su creación sin verse erosionado políticamente.
No obstante, también sabe que es improbable que logre suficientes apoyos para impulsar un impuesto duro. En este sentido, el único argumento al que podría recurrir es que el PSOE pretendía impulsar la tasa, pero que su minoría parlamentaria se lo ha impedido.
Dicha argumentación, sin embargo, podría dejar pendiente la tasa al resultado de las próximas elecciones. Con los 84 diputados que controla actualmente y aunque teóricamente contaría con el respaldo de ERC y de Podemos para aprobarla, parece complicado que pueda sacarla adelante, aunque la incógnita persistirá hasta las próximas elecciones y dependerá del resultado.