
Theresa May acepta las enmiendas planteadas por los diputados más eurófobos, como dejar de recaudar impuestos en nombre de la UE.
La primera ministra liquida así su hoja de ruta hacia un Brexit blando cercada por las nueve renuncias en su Gabinete y por el propio Trump, que busca una salida traumática de Europa para negociar un tratado de libre comercio con los británicos.
Por tanto, las presiones llevan a May a cometer un grave error. Una salida abrupta de la UE crea enormes incertidumbres en las empresas. No solo en las financieras, sino también en la industria.
De hecho, y ante el riesgo de quedar fuera de la legislación comunitaria, es probable que gigantes como Airbus o BMW cumplan sus planes de trasladar sus plantas, lo que destruirá miles de empleos.