
La facción del Gobierno británico proclive a un Brexit duro sufre otra baja de calado. El ministro de Exteriores, Boris Johnson, dimitió siguiendo los pasos de su colega de Gabinete, David Davis.
Estos abandonos dejan claro hasta qué punto la primera ministra, Theresa May, cede en su negociación con Bruselas, al proponer ahora un área de libre comercio de bienes con la Unión, sometida a la legislación comunitaria.
El Brexit, sin duda, hace mella en la UE, pero eso no significa que la Unión carezca de fuerza para hacer valer sus posiciones. De hecho, esa firmeza le ha permitido desactivar otras crisis recientes, como la temida formación de un Gobierno eurofóbo en Italia. Sin duda, existen graves tensiones internas, pero el proyecto europeo no perdió su capacidad de resistencia.