Opinión

Un tahúr en la Moncloa

Imagen: EFE

Nadie podía sospechar de que un año después de que Pedro Sánchez se echara a la carretera con su pequeño utilitario en busca de apoyos entre las bases del PSOE iba a llegar a presidente. Hasta los barones del partido, Susana Díaz (Andalucía), Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura) o Javier Lamban (Aragón) se burlaron de él cuando conocieron su moción de censura. ¿Por qué triunfó? Porque Sánchez conectó con el hartazgo de la gente corriente con los casos de corrupción, además de por el ánimo de venganza del resto del arco parlamentario ante el PP.

Los dirigentes del PNV, que le dieron la puntilla, cuentan cómo en Bilbao los paraban por la calle para pedirles que apoyaran la moción.

-"Rajoy es visto como la bicha, el culpable de que no suban las pensiones y de los ajustes", aseguran para justificarse.

Todos los presidentes experimentan el aislamiento frente a sus votantes cuando se consolidan en el poder. Aznar nos embarcó en una guerra en Oriente Medio a espaldas de los votantes y Rajoy creyó que la corrupción era cosa del pasado y él no tenía responsabilidad alguna. En vez de aguantar y permitir que los imputados coparan escaños y cargos oficiales, debería haberse distanciado y tomado medidas ejemplarizantes.

El jueves, cuando conoció que Íñigo Urkullu iba a venderlo por unas monedas de plata como hizo Judas, sondeó el apoyo de Ciudadanos para investir a Soraya Sáenz de Santamaría o Ana Pastor. Pero era ya demasiado tarde. La semana anterior, la comisión ejecutiva de Ciudadanos había roto el acuerdo de investidura con el PP para pedir la convocatoria de elecciones. Los de Rivera se negaron a restituir el pacto, entre otras cosas porque no había tiempo material.

Ningún partido quiere aliarse con Rajoy, por temor a caer fulminado con él por los casos de corrupción. Un río que no cesa y que puede alcanzar al mismo ex presidente, como uno de los presuntos perceptores de complementos salariales en el PP durante los años noventa y primera década de este siglo. La llamada caja B que controlaba Bárcenas. La detención de su mujer, Rosalía Iglesias, extendió esta semana el rumor de que el extesorero y administrador de esos fondos iba a aportar nueva pruebas contra los antiguos dirigentes del PP.

Su decisión de no dimitir y permitir la llegada de Sánchez se debe en parte a la necesidad de mantener su aforamiento como diputado ante posibles procesos judiciales, según advierten sus antiguos aliados.

Rajoy ni siquiera consideró la posibilidad de dimitir, según su allegados, porque cree que sería como admitir su implicación en la Gürtel. Transmite a los suyos que la mejor manera de defenderse y recuperar el favor popular es pasar un tiempo en la oposición. Los sondeos auguran que si hubiera comicios en estos momentos, perdería Madrid, o incluso Castilla y León o Murcia, donde gobierna en coalición con Ciudadanos y no arrebataría ni un solo Ejecutivo regional al PSOE.

Creo que se equivoca, porque su sucesor habría obtenido el apoyo inmediato de parte de la Cámara. El propio Sánchez ofreció retirar la moción si se iba Rajoy.

En el triunfo de Sánchez fue clave su portavoz, José Luis Ábalos, el encargado de recabar el apoyo a la moción por parte de las diferentes fuerzas políticas y de medirse con Rajoy en el Congreso. Ábalos fue el hombre que convenció al PNV, a los que concedió tres de sus cuatro deseos.

Les prometió, en primer lugar, que asumiría los Presupuestos para cumplir con la subida de las pensiones; en segundo término, que no haría cambios radicales en las reformas o normas fundamentales, que dan estabilidad, entre ellas el Concierto y el Cupo y, también, que no intentaría pasar por la izquierda a Pablo Iglesias con medidas a la italiana, que pongan en riesgo la senda pactada con Bruselas sobre el déficit.

-"Queremos regenerar las instituciones y devolver el prestigio a la clase política para convocar luego elecciones, pero no tocaremos las reformas, con las cosas de comer no se juega", sentenció Ábalos.

Los peneuvistas están interesados en alargar lo más posible la legislatura para enfriar el apoyo a Ciudadanos, que prometió revisar el Cupo. En eso coinciden con los nacionalistas catalanes. Pero Ábalos no se comprometió con fechas. Sugirió que una posibilidad era juntar generales con municipales y autonómicas, previstas para mayo.

Los socialistas gobiernan en la mayoría de las autonomías y votar conjuntamente para autonómicas y generales podría favorecerles, siempre que Sánchez logre sacudirse el estigma de haber pactado con los independentistas para lograr el poder a toda costa.

Abalos fue muy cauto en sus promesas a ERC y PdeCat. Ofreció diálogo y poco más. Sánchez cree que no se puede dejar la relación con Cataluña solo en manos de los jueces y es necesario restablecer la interlocución política. Todas la miradas apuntan al relevo del fiscal general del Estado, clave en el proceso legal de los políticos presos.

El nuevo presidente tiene una ardua tarea por delante. Tendrá que gobernar con los Presupuestos que él mismo se negó a aprobar. Pero aún peor. El PP tiene mayoría en el Senado, donde puede enmendar las cuentas o cualquier iniciativa que le incomode, lo que limita su margen de maniobra.

Tuve oportunidad de estar con Pedro Sánchez en su despacho con ocasión de una entrevista que nos concedió a raíz de los Presupuestos. Está convencido de que hay que respetar lo acordado con Bruselas en términos de déficit. Por eso, los mercados incluso celebraron con ascensos su llegada. Pero cree que el saneamiento de las cuentas se debe alcanzar por caminos alternativos. Su referente es el primer ministro portugués, Antonio Costa, que acabó con los recortes de la función pública introducidos por su antecesor y supo mantener a raya el déficit, con la introducción de incentivos fiscales para atraer inversiones que catapulten el crecimiento.

Sánchez es contrario a la reforma laboral, la culpa del empobrecimiento de los ciudadanos, aunque dudo que tenga votos para cambiarla. También piensa que las clases altas deben pagar más impuestos. Propone un alza del IRPF para las rentas superiores a los 300.000 euros anuales. Y considera, sobre todo, que las grandes empresas pagan muy poco al fisco, alrededor del 9 por ciento en Sociedades, y su tributación debe acercarse a la media del 25 por ciento del resto. La recaudación del Impuesto de Sociedades es casi la mitad que antes de la crisis, mientras que en IVA e IRPF se recuperó prácticamente la totalidad.

En su discurso para defender la moción en el Congreso, prometió tomar medidas para eliminar las injusticias sociales. Ante la dificultad para revertir las reformas económicas, se concentrará en promover iniciativas en el ámbito social, aseguran en su entorno.

Más urgente es la financiación autonómica. Sus barones reclaman un acuerdo que incremente las transferencias del Estado antes de las elecciones del próximo año. Rajoy había planteado a Sánchez un pacto sobre este asunto, a cambio de modificar el Pacto de Toledo, para que el IPC sea tenido en cuenta en las pensiones, como pide Sánchez. El escollo es resolver la financiación de Cataluña, que pide mucho más recursos. La caja no da para satisfacer las demandas de todos.

Mi impresión es que el nuevo inquilino de La Moncloa anunciará reformas de calado social, así como una subida de impuestos para grandes empresas y fortunas, con la promesa de ejecutarlas si es reelegido presidente. Por eso, su mandato será necesariamente corto y lleno de dificultades.

Con la caída constante en los sondeos, Sánchez tenía poco que perder. Vio la oportunidad y supo aprovecharla. Cómo un hábil tahúr en apuestas o juegos de azar, ganó la partida a Rajoy sacándose un as de la manga. Hubo otros presidentes con baraka como Aznar o el propio Rajoy que acabaron malparados. A partir de ahora, no sólo necesitará suerte para mantenerse en el cargo.

PD.-El otro gran asunto de la semana fue la crisis de Gobierno italiano que provocó el presidente al rechazar la cartera de Economía para el profesor eurófobo Paolo Savona. Sergio Mattarella cumplió con el deber recogido en la Constitución de preservar la estabilidad económica. Los líderes de la Liga Norte, Matteo Salvini, y del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, amenazaron con unas elecciones que fueran un referéndum para salirse del euro. Los inversores salieron despavoridos de los bonos y de los valores bursátiles italianos. El vicepresidente del BCE, Vitor Constâncio, advirtió que no habría ayudas para socorrer a Roma. Salvini y Di Maio dieron marcha atrás, porque comprendieron que ese camino produciría mucho sufrimiento a los italianos y los penalizaría en las urnas.

Sus planes económicos rozan la esquizofrenia. Salvini aboga por una bajada bestial de impuestos a la clase media, mientras que Di Maio pide un incremento salvaje del gasto y la implantación de una renta básica de 780 euros mensuales. Los cantos de sirena de los populismo son incompatibles con la ortodoxia económica que exige la pertenencia al euro. Se augura un Gobierno controvertido y muy dañino para el bienestar del país transalpino. No se confundan, en Italia, como ocurrió en Grecia, la mayoría de la población quiere seguir en la moneda única y tarde o temprano se reflejará en las urnas.

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