Opinión

Pensiones y brecha salarial, armas electoralistas

Confluyen en estas fechas diversas movilizaciones en torno a dos rocosas realidades: la insostenibilidad del sistema de pensiones español y la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Lograr una solución para la revalorización de las pensiones justa, equitativa, proporcionada, y que contente tanto a los propios beneficiarios como a todos los actores de la arena política y agentes sociales sin destrozar las cuentas de la Seguridad Social española es a día de hoy una quimera similar a la que supone afrontar con determinación las medidas necesarias para propiciar la desaparición de la brecha salarial.

Una brecha ésta -en todas las acepciones de la palabra- fuertemente arraigada en nuestro tejido productivo, creciente en proporción a la cualificación del trabajo, y asumida como normal por muchos bajo el pretexto de las cargas familiares que soporta con mayor intensidad una mujer trabajadora, olvidando que esa injusticia salarial se produce igualmente en el caso de mujeres trabajadoras que no tienen esas cargas domésticas, que no se produce en hombres que sí las tienen; y que, curiosamente, ese agravio retributivo se da en el trabajo por cuenta ajena y no así en el trabajo por cuenta propia, donde una autónoma factura sus servicios al mismo precio que un autónomo de su mismo sector, independientemente de su situación personal o familiar.

Ambos debates están sobre la mesa y, en este momento, más enardecidos que nunca. A las movilizaciones de los pensionistas que se vienen sucediendo los últimos días se sumará esta semana con mayor intensidad la reivindicación salarial con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Mujer.

Resulta decepcionante el hecho de que problemas enquistados como estos, perennes, cotidianos y tercos emerjan del silencio al altavoz sólo por intereses electoralistas y utilitarios y, del mismo modo, desaparezcan cuando ese interés electoral no encuentra la misma oportunidad, idoneidad o momentum de ataque al Gobierno de turno. Igualmente, se torna descorazonador ver cómo las legislaturas de cuatro años se tornan en la perfecta excusa para no afrontar el diseño de soluciones reales a conflictos que tarde o temprano habrán de abordarse, y quizá con mayor dificultad a medida que se les deje avanzar en el tiempo.

Lo cierto es que ambos problemas, el de las pensiones y el de la desigualdad salarial, se están utilizando por la oposición y los sindicatos en un momento en que perciben la debilidad en un Gobierno maniatado por la crisis política catalana, los casos de corrupción, la dificultad para cumplir promesas y calendarios con la financiación autonómica, para sacar adelante unos nuevos Presupuestos, y marcado por el ascenso del Ciudadanos en las elecciones catalanas del pasado 21 de diciembre.

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