La incertidumbre que rodea a la economía desde el 1-O seguirá lastrando su crecimiento durante mucho tiempo. Las elecciones del próximo jueves arrojarán un puzzle político tan complicado, que nadie se atreve a realizar un vaticinio fiable. La candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, es la favorita en todas las encuestas. Pero sus escaños serán insuficientes para gobernar en solitario y es casi imposible una mayoría suficiente para hacerlo con el apoyo de Miquel Iceta y Xavier García Albiol.
Con este panorama, el escenario más posible es una coalición entre el bando independentista y los comunes de Ada Colau y Xavier Domènech . Y la opción menos mala, una combinación de estas formaciones con el PSC de Iceta. Pero Ramón Espadaler advirtió a Iceta de que los diputados de la antigua Unió se abstendrían en tal caso, lo que complica el encaje de bolillos.
El peor escenario es que el futuro Gobierno reviva la vía unilateral y abdique de la Constitución. En tal caso, se reactivaría el éxodo empresarial masivo y el golpe para la economía española sería tremendo. Tanto el Ministerio de Economía de Luis de Guindos como el Banco de España han sido hasta ahora muy prudentes, con rebajas de la estimación de crecimiento de solo el 0,3 por ciento y el 0,1 por ciento, respectivamente.
Hasta Mariano Rajoy tiene asumido que los comicios son un rompecabezas, que no resolverán quién manda en Cataluña, como pensaba cuando los convocó. Un resultado que haga imposible gobernar o que obligue a repetir las elecciones colapsaría la inversión.
Una prueba fehaciente de la desconfianza que cunde en Economía es que esta semana vendió el 7 por ciento adicional de Bankia con minusvalías, sin esperar a las urnas. Una victoria de los unionistas o constitucionalistas auparía el valor en la bolsa española, que cotiza con un descuento del 6-7 por ciento con respecto a Europa.
Es el segundo tramo que se privatiza de Bankia con minusvalías. El rescate bancario costó 42.000 millones. ¿Se equivocó Guindos al nacionalizar la entidad? No, el plan nos sacó de los infiernos y nos devolvió la estabilidad y la gloria, pero con un coste carísimo.
Se puede afirmar con rotundidad que el contribuyente no recuperará los 24.000 millones destinados por el Fondo de Reestructuración Bancaria (Frob) al rescate de Bankia y BMN.
La Declaración Unilateral de Independencia del 27-O volvió a poner a prueba los cimientos del sistema financiero. El volumen de depósitos que salió de los dos bancos catalanes (Sabadell y Caixabank) es el secreto mejor guardado por Guindos. La Vanguardia lo evaluó esta semana en 6.500 millones. Pero es mucho mayor, estuvo a punto de irse todo al garete si los dos bancos no cambian de sede.
La opacidad y la falta de transparencia sobre la intervención del Popular es la norma de conducta de la presidenta de la Junta Única de Resolución (JUR), Elke König. Los miles de accionistas de la entidad, que se quedaron de la noche a la mañana sin un euro, se merecen una explicación más detallada. Guindos evitó la quiebra del Popular y el quebranto para sus clientes, pero König lo deja en muy mal lugar.
Tenemos la suerte de que la economía mundial va de cine. Esta semana, tanto la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, como el del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, volvieron a mejorar sus previsiones. Tanto Europa como Estados Unidos crecerán a ritmos próximos al 2,5 por ciento en 2018. En otra coyuntura, el fantasma de la crisis rondaría ya España.
En el tercer trimestre, el PIB subió el 0,9 por ciento y el cuarto probablemente sea igual. El efecto catalán no se percibirá hasta bien entrado el próximo año, porque las decisiones de compra o de inversión se reflejan siempre unos meses más tarde.
En esta coyuntura, parece precipitado anunciar subidas salariales próximas al 3 por ciento, tanto por la patronal como los sindicatos. La propuesta lanzada esta semana por el presidente de la CEOE, Juan Rosell, es arriesgada antes de conocer el signo de la próxima Generalitat. Muchos empresarios no están en disposición de aplicar estas subidas. Sobre todo, teniendo en cuenta que la apreciación del euro puede dar al traste con el buen ritmo de la exportación, que con alzas del 9 por ciento interanual es uno de los motores de la actividad.
PD.-Para apoyar la salida al exterior del grupo Fomento, su ministro, Íñigo de la Serna, acaba de anunciar un plan de internacionalización para empresas como Renfe o Aena, que corren el riesgo de perder el liderazgo en sus áreas si frenan su política de salida al exterior. Un paso que debería preceder a su definitiva privatización. Todo lo contrario que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que puso a la venta todas las participaciones del Canal de Isabel II en Latinoamérica, lo que condena a esta empresa pública a la subsistencia.