
Una de las principales críticas que acuñan las fuerzas de izquierdas contra el último techo de gasto no financiero para los Presupuestos de 2018 de Cristóbal Montoro es el populismo y el electoralismo de la controvertida iniciativa. Y puede ser. Pero la izquierda española quiere que se ayude a las clases más perjudicadas por la crisis y, sin embargo, no ve bien que a las rentas bajas se les eche una mano. Muy al contrario, reclaman una modificación del techo de gasto -en el caso de Izquierda Unida, de 60.000 millones de euros más- y tampoco comparten que una décima menos en el déficit de las Comunidades Autónomas sea algo positivo, aunque algunas de ellas, y fuera de foco, lo pidan como agua de mayo.
La fórmula de menos impuestos les levanta urticaria. Entienden que el modelo pasa por aumentar la presión fiscal, pero bajar el IVA cultural. Incrementar la regla de gasto, pero abrir más hospitales y colegios. Reprobar el austericidio, pero incumplir los objetivos del déficit y nuestros compromisos con la deuda. Y a la postre -según esta ecuación-, crear más empleo, subir sueldos, pensiones, aumentar partidas sociales. En definitiva, un batiburrillo que no deja de ser otro ataque de populismo propio de esta clase política.
Es evidente que las medidas de Montoro han vuelto a dividir al arco parlamentario. La rapidez con la que se han producido los cambios del originario techo de gasto han desconcertado a buena parte de sus señorías, incluso en el seno del Partido Popular. No en vano, el giro de 180 grados del Partido Socialista es el más llamativo. En la anterior votación sobre los objetivos del déficit y deuda pública de 2017, el principal partido de la oposición votó a favor. Ahora, a los socialistas, con un aumento del 1,3 por ciento, es decir, 1.497 millones de euros más, esto les parece calderilla.
Pues bien, en este extraño mundo de la política resulta más coherente la abstención de Nueva Canarias -por cierto, el mismo sentido del voto que en los objetivos de estabilidad y deuda de 2017-, admitiendo que, si bien las cosas no son como todos quisiéramos, al menos se atisba un cambio de actitud.