Opinión

¿Son seguros los bancos pequeños?

La caída del Popular y la volatilidad que sacudió a Liberbank en los días siguientes plantea una pregunta inquietante. Después de gastarnos más de 60.000 millones en rescatar y sanear las antiguas cajas , ¿seguimos teniendo un sistema financiero muy frágil? La respuesta es que no. Los bancos españoles están sanos, con la excepción del Popular, que era como la manzana podrida. Lo que hizo la UE con su intervención fue suprimirlo de un plumazo para que no contagiara al resto.

Entonces, ¿por qué Liberbank se dejó casi la mitad de su valor en solo una semana? Por el temor de muchos accionistas y fondos invertidos en el capital a que pudieran perderlo todo, como ocurrió en el Popular. El miedo es libre y en cuestiones de dinero, más.

Ahora bien, no fueron los inversores que apuestan a corto los causantes de las caídas, como ocurrió con el banco que presidía Saracho. Los cortos apenas manejan el 1,39 por ciento del capital de Liberbank. Por eso, creemos que la decisión tomada por el presidente de la CNMV, Sebastián Albella, de suspender los cortos, es errónea.

Albella justificó las caídas bruscas del Popular porque había que "dejar al mercado libertad para casar los precios". Pero una semana después, vetó los cortos y acabó con la libertad de mercado que proclamó a los cuatro vientos. ¿Existiría hoy el Popular como entidad independiente si Albella hubiera cerrado los cortos?, ¿por qué no se aplicó la misma regla a ambos bancos?

Es cierto que la cotización de Liberbank recuperó cierta normalidad y cerró en positivo en la semana. Esperemos que todo quede en un susto. Pero los especuladores estarán tentados de volver a hacer su agosto por adelantado el 10 de julio, cuando acabe la prohibición sobre los cortos. Antes de esa fecha, el 30 de junio, debutará en el parqué Unicaja, un banco de tamaño superior a Liberbank, que puede también estar sometido a turbulencias en los mercados.

El problema en estas entidades es doble. Por un lado, su pequeño tamaño las hace más vulnerables a los ataques y, encima, el escaso porcentaje de capital cotizado (entre el 30 y el 40 por ciento) agrava esta circunstancia.

El Banco de España confiaba en que se produjeran fusiones entre los pequeños bancos antes de su debut en el mercado bursátil. Pero la realidad es obstinada con sus pronósticos. Manuel Menéndez, presidente de Liberbank, estuvo a punto de culminar una fusión primero con Ibercaja y luego con Kutxabank, bajo la presidencia de Mario Fernández. Ambas hubieran creado la mayor entidad financiera de la cornisa cantábrica. El PNV se opuso para preservar el control de la entidad financiera y echó por tierra el proyecto. Fue una pena que se frustara. La resistencia a ceder o compartir el mando en las entidades frena las fusiones y adquisiciones del sector.

El Popular fue solvente hasta unos días antes de quebrar. El ministro de Economía, Luis de Guindos, propuso esta semana a sus colegas europeas que se dote al Mecanismo Único de Regulación (MUR) de liquidez para evitar intervenciones como la del Popular. No se trata, como insistimos, de un falta de solvencia, sino de la pérdida de confianza entre los clientes y accionistas.

Para no verse entre la espada y la pared, los bancos no sólo tienen que cumplir sobradamente sus ratios de capital, deben mejorar sus márgenes, la rentabilidad sobre los recursos propios, el conocido ROE, para no descender a los infiernos de la especulación.

Como muchos bancos aún presentan márgenes escasos, el Banco de España debería promover una ronda de fusiones, antes de abordar su salida al mercado.

El pequeño ahorrador no entiende por qué un banco como el Popular, que había pasado por mil controles, tanto por parte de la UE como por sus auditores, se desmoronó de la noche a mañana.

Los inspectores del Banco de España abonan esta tesis con duras críticas a la supervisión y a las normas bancarias, que se fijan más en los ratios de capital que en la evolución del negocio. Estas cuestiones serán la base de las cientos de demanda que lloverán sobre los expresidentes Ángel Ron y Emilio Saracho, así como sobre los organismos reguladores.

Guindos se muestra satisfecho porque la intervención se resolvió sin coste para el contribuyente. El ministro olvida, sin embargo, los 300.000 accionistas o bonistas que perdieron toda su inversión. Se podría decir, que España tuvo el dudoso honor de estrenar el mecanismo de intervención europeo, algo por lo que no se debería sacar pecho.

PD.-Aquellos que daban por muerta la opa sobre Abertis, quizá se equivoquen. Los italianos de Atlantia aceptan todas las condiciones de La Caixa menos el precio. Pero lo importante es si luego viene la fusión de Gas Natural y Endesa, con opa por medio. Fainé está acostumbrado a salirse con la suya.

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