
Entre los muchos daños que Trump puede causar en la economía mundial uno será hacer recordar lo que fue el capitalismo puro y duro. Las medidas económicas, que está tomando Trump son expresión de la mentalidad con que actuó como empresario hasta llegar a acumular un notable patrimonio. Lo inadmisible es que trate de desempeñar la función de presidente con la mentalidad y los criterios de un empresario capitalista.
De hecho, para formar su Gabinete ha llamado a conocidos empresarios y sus primeras actividades como presidente se parecen más a las propias de un gran empresario: a los cinco días de la toma de posesión reunió a los tres principales fabricantes de coches del país, General Motor, Ford y Chrysler, para que concentraran su producción en las fábricas americanas. Con la misma mentalidad está tratando de desregular el sistema financiero y tomando decisiones para evitar que inmigrantes ocupen puestos de trabajo. En el capitalismo liberal un empresario puede no respetar la libertad de un competidor, tratando de formar un monopolio, porque para él "su empresa está por encima de todo". Para evitar éstos y otros abusos, existe un Estado que establece y vigila el cumplimiento de las reglas que permita el ejercicio de la libertad de cualquier ciudadano para emprender una actividad empresarial. Si no existiera esa instancia superior independiente para controlar al empresario capitalista estaríamos volviendo al ultraliberalismo capitalista, que tan graves problemas ha creado.
Las veces que repitió Trump "América es lo primero", hacía recordar lo que cantaban los alemanes en otros tiempos: "Alemania, Alemania sobre todo". Lo cual no significa, sin embargo, que se sea tan ingenuo como para ignorar que el deber principal de cualquier jefe de Estado es velar por la prosperidad del propio país, pero ningún gobernante puede pretender conseguirlo sin respetar la libertad de los demás países.
Las medidas proteccionistas con que ha comenzado Trump, la retirada de acuerdos comerciales, como el del Pacífico (TPP), que Obama negoció y firmó con once países para facilitar el intercambio de bienes y servicios y la renegociación del Nafta son una expresión más de esa mentalidad ultracapitalista. Las consecuencias que estos planteamientos puedan tener para la economía americana es una incógnita y no debe sobrevalorarse el Trump Rally de la Bolsa americana en la que el Dow Jones tocó los 20.000 puntos básicos por primera vez en su historia, a los cinco días de la toma de posesión del nuevo presidente. Tampoco debe olvidarse que en las decisiones importantes Trump debe contar con el Congreso y con el orden constitucional, lo cual no ha hecho con sus decisiones sobre la no recepción de ciudadanos de algunos países musulmanes como se lo ha recordado el Tribunal constitucional.
Y, por lo que se refiere a las repercusiones en Europa, esa anarquía económica podría ser una gran oportunidad para que los ciudadanos europeos valoremos y tratemos de profundizar más en el sistema económico con el que se ha tratado de superar los excesos de un capitalismo salvaje y las grandes limitaciones de un capitalismo más civilizado, que pudo caer en desaciertos como los que originaron la pasada crisis financiera y económica internacional en 2008.