Opinión

Los retos de la globalización

Los desafíos a los que debe hacer frente el proceso de globalización son cada vez más importantes. En los últimos tiempos la globalización, definida generalmente como el libre flujo de bienes y servicios, personas y capitales, se está viendo obligada a afrontar tensiones y rechazos a nivel político, económico y social en diversas partes del mundo.

En primer lugar, el comercio a nivel mundial durante el primer semestre de 2016 registró la cifra más baja de los últimos 6 años, con un crecimiento interanual que alcanzó únicamente el 80 por ciento de la tasa de crecimiento del PIB. Los avances en el TPP no están garantizados, y las posibilidades de un pacto TTIP entre EEUU y la UE son cada vez más escasas. El Nafta, hasta el momento un símbolo de la apertura comercial, y la regulación mundial que ha mantenido el orden internacional de los intercambios y los tratados de libre comercio durante décadas, se encuentran ya bajo presión para su modificación hacia posturas más proteccionistas.

Por otro lado, se estima que el número de inmigrantes a nivel mundial alcanza los 65 millones, la tercera parte de ellos refugiados. El nacionalismo está ganando fuerza en numerosos países, incluida Europa, donde ya existen movimientos xenófobos que están limitando los flujos humanos. Recordemos que el motivo principal del Brexit votado por los británicos en junio pasado fue la inmigración. Tras él, un gran número de partidos europeos de ideología extrema han tomado fuerza y están insistiendo en el cierre de fronteras y la imposición de barreras a la inmigración. También en EEUU, el presidente Donald Trump prometió durante su campaña la construcción de un gran muro en la frontera con México para frenar el flujo de inmigrantes. Y la crisis de refugiados en Europa está pasando por su peor momento desde la Segunda Guerra Mundial, con el telón de fondo de la constante amenaza de terror por parte del extremismo islámico y el Daesh.

Las limitaciones están afectando también a la libertad de flujos de capital. Como respuesta a los lógicos movimientos por parte de las empresas multinacionales que buscan establecerse en los países con las mayores ventajas fiscales, se están adoptando medidas de control sobre prácticas impositivas como el tax ruling. Por ejemplo, en agosto de 2016 la Comisión Europea exigió a Irlanda la reclamación a Ap- ple de 15.000 millones de dólares por impuestos no pagados, alegando que la compañía se benefició del régimen fiscal de este país vulnerando las normas de la competencia. Por otro lado, existen incertidumbres sobre la continuidad de la libertad de movimientos de capital en la economía global. En las primeras fases del establecimiento de la zona euro, los países del sur de Europa aprovecharon el bajo coste del crédito para obtener financiación individual a gran escala y a muy corto plazo. Sin embargo, la llegada de la crisis ha dividido la zona euro entre países acreedores y deudores, agrandando la brecha y aumentando la tensión entre ambas partes, con lo que esta libertad de flujos se está viendo comprometida. También, estamos presenciando una tendencia creciente por parte de algunos gobiernos de presionar y persuadir a sus empresas locales para que concentren su producción en el interior del país y mejorar así los niveles de empleo.

Parece claro que la globalización, que ha abarcado un periodo de 70 años tras la Segunda Guerra Mundial, ha resultado beneficiosa para todos. El libre comercio y la inversión extranjera han logrado rescatar a cientos de millones de personas de la pobreza. La inversión extranjera directa (IED) ha traído consigo mejoras globales de competitividad, know-how y habilidades técnicas, y ha contribuido a la creación de empleo. Los flujos de inmigración masiva no sólo han beneficiado a los propios inmigrantes, sino también a la economía de los países que los han acogido.

El problema surge porque la globalización es un proceso que inevitablemente genera ganadores y perdedores. Aquellos que poseen las capacidades y habilidades para adaptarse a este proceso se situarán en una posición ganadora. En el lado contrario se sitúan los que se han visto obligados a aceptar el estancamiento o la reducción de sus ingresos, con pérdidas de empleo por la creciente automatización y externalización de los procesos productivos. El desequilibrio entre unos y otros sigue creciendo. Por ello, los movimientos populistas están ganando presencia aprovechando el miedo y el descontento. Como respuesta, debemos impulsar una formación adecuada y mejorar el entrenamiento técnico de los trabajadores de forma inmediata. Asimismo, es necesario ampliar y reforzar el sistema de seguridad social para que el fruto de la globalización pueda ser disfrutado y compartido con el mayor número de personas posible. Hay que tener en mente que la gran depresión de los años 30 y la recesión global experimentada entre 2007 y 2009 tuvo su causa en los severos desequilibrios económicos entre los individuos.

De cualquier forma, el proteccionismo y el cierre de fronteras no pueden servir en ningún caso como medida efectiva para solucionar el problema de la globalización. En cierto sentido, los avances tecnológicos hacen inevitable la globalización. Y por tanto, los países con esquemas liberales de comercio, entre ellos Corea del Sur, debemos colaborar para frenar la expansión del proteccionismo. Y todo ello, sin perder de vista la necesidad de continuar defendiendo y ampliando nuestros valores de respeto a los derechos humanos, tolerancia, pluralismo y aperturismo.

A principios del siglo XIX, durante la revolución industrial, la expansión del uso de las máquinas de hilar y tejer redujo el trabajo de los obreros, lo que generó un movimiento de resistencia denominado ludismo. Sin embargo, el proceso de industrialización permitió la creación de nuevos empleos, que fueron cubiertos a través del entrenamiento y la formación de los trabajadores. De forma análoga, en esta cuarta revolución industrial que vivimos actualmente podemos avanzar de forma creativa y constructiva hacia la creación de nuevos negocios y empleos en sectores como las TIC, los servicios y el comercio digital, en línea con los avances tecnológicos que está trayendo el siglo XXI.

El siglo pasado ya experimentamos dos desastres humanitarios en forma de guerras mundiales, que tuvieron su origen en el nacionalismo y el proteccionismo. Nos encontramos en un momento en que la globalización se enfrenta a nuevos retos y desafíos en diversas partes del mundo. Es nuestra misión mantener la paz y la prosperidad del ser humano y realizar un nuevo planteamiento de este proceso de globalización.

(Park Hee Kwon es embajador de la República de Corea en España)

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