Opinión

La banca se suma a la recuperación

Aunque no es para echar las campanas al vuelo, si excluimos al Banco Popular, la gran banca ha incrementado su volumen de beneficios en 2016 más de un 10 por ciento con respecto al año anterior. Es obvio que las abultadas pérdidas del Popular estropean la foto y hacen retroceder el beneficio conjunto de los seis grandes en un 22 por ciento.

Las entidades con mejor desempeño han sido BBVA y Caixabank, que han avanzado en sus resultados de forma muy significativa a pesar de realizar importantes dotaciones. Por tamaño, Santander acapara la mitad del beneficio de la gran banca y mejora en un 4 por ciento con respecto al año anterior.

El Banco Popular ha publicado unas pérdidas históricas de 3.485 millones, tras destinar 5.692 millones a provisiones para acelerar el saneamiento de la entidad. Dentro de lo malo, es una buena noticia que se limpie el balance, única forma de despejar las dudas y de que la entidad encare el futuro con cierta normalidad, a pesar de la restructuración que está llevando a cabo y que resulta del todo imprescindible para instalarse en una senda de sólidos y crecientes beneficios. Dentro de la gran banca, excluyendo a las cajas, Popular es la entidad que más ha sufrido con la crisis por su modelo de negocio orientado al ladrillo y las Pymes, aunque ahora tiene la oportunidad de volver a explotar unos nichos de mercado que en tiempos le hicieron ser unas de las entidades más rentables del mundo, aunque debe cuidar más la diversificación de su balance para no volver a caer en la próxima recesión.

A pesar de los bajos tipos de interés, la banca está siendo capaz de obtener ingresos recurrentes en suficiente medida como para seguir realizando ingentes saneamientos e incluso cubrir posibles quebrantos por la cláusula suelo, verdadero dolor de cabeza añadido a una morosidad que desciende a menor velocidad de lo deseable.

Con todo, podemos afirmar que los peores problemas de la banca han pasado y aunque aún persistan incertidumbres sobre alguna entidad, el panorama está cambiando significativamente y ya se empiezan a ver los resultados de una política de ahorro de costes instalada en todas las entidades y en la que aún debe profundizarse.

La banca durante estos años ha tenido que responder a muy diversos retos. Ha tenido que lidiar con la crisis financiera que le llegaba de fuera, posteriormente a la crisis del ladrillo que se transformó en una crisis económica muy profunda, y todo ello teniendo que cumplir nuevas exigencias de capital y supervisión, además de mil y una normas sobre otros aspectos del negocio. Si a eso sumamos los vaivenes en una política monetaria que ha tardado tiempo en ajustarse y cuando lo ha hecho ha sido para desplomar el precio del dinero, creo que el sector de la banca privada puede sentirse más o menos satisfecho de haber llegado hasta aquí a pesar de las dificultades que pueda experimentar alguna entidad concreta.

Este año el desempeño puede ser aún mejor, ya que los tipos de interés van a repuntar a medida que los estímulos del BCE se vayan retirando, pues es dudoso que se vaya a mantener el programa de compra de activos durante mucho tiempo. La banca, no obstante, tiene que seguir el camino de ahorro de costes que ha emprendido, profundizando en la optimización de redes y procesos, mientras va adaptando el negocio a poder ser realizado a distancia para la mayoría de sus productos y servicios. Si algunos ven la creciente digitalización como un peligro a la banca tradicional, es también la oportunidad de alcanzar una eficiencia que de otra forma no va a ser posible.

El negocio de banca está cambiando, aunque eso lo vengo oyendo desde hace décadas. Si bien la competencia va a ser cada día más dura y con nuevos actores que van a innovar en productos y servicios financieros, al sector le queda cuerda para rato y además debe procurar liderar ciertos cambios estando muy atenta a las iniciativas que se vayan produciendo en el mercado o directamente participando en su creación. Por otra parte, el sector debe reivindicar permanentemente ante el regulador de que a igualdad de servicio igualdad de normativa y supervisión, lo que conviene tanto a la banca como a sus clientes, porque lo que no es beneficioso para nadie es que pueda desarrollarse intermediación financiera de una u otra forma con menores garantías que las que se le exigen a la banca, sólo porque lo haga una startup o se ponga un bonito nombre en inglés.

Ha costado mucho tiempo y mucho dinero a los contribuyentes estabilizar el sector bancario en España. Tanto las entidades que han recibido ayudas como las que no empiezan a estar en una buena posición para acompañar a empresas y consumidores en una expansión económica que, si los políticos no lo impiden, puede durar muchos años.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky