Opinión

Cuatro sorpresas para Europa en 2017

"Me alegro de que sea Clark Gable quien fracase y no Gary Cooper", ironizó la estrella de los años treinta después de rechazar el papel de Rhett Butler basándose en que 'Lo que el viento' se llevó sería una catástrofe de taquilla que arruinaría su carrera. Resultó ser uno de los mayores éxitos de la historia .

Predicciones como ésta deberían poner nervioso a cualquiera de cara al año que empieza. Consiguen que el autor parezca estúpido y al final de un año en que el abandono de Gran Bretaña de la UE y la victoria de Trump han impulsado los mercados bursátiles, echando al traste la opinión de todos los expertos de que ambos sucesos serían un desastre, es más cierto que nunca.

Aun así, atascados como estamos en los pocos días que separan la navidad del año nuevo, y con casi todos los mercados tan emocionantes como el relanzamiento del Apple iWatch, vale la pena pensar en algunas de las cosas que podrían sorprender a los mercados en los próximos doce meses, aunque solo sea para tener algo de lo que reírnos en diciembre del año que viene.

¿Cuáles podrían ser las sorpresas de los mercados europeos el año próximo? Veamos estas cuatro.

Una: Angela Merkel se retira de la carrera a canciller alemana. Tras cierta prevaricación, la lideresa política más antigua de Europa decide presentarse a un cuarto mandato en otoño, para gran alivio del sistema político mundial que busca en ella un liderazgo responsable y centrista. Pero queda mucho camino hasta que empiece la votación. Un gran atentado o incluso dos podrían dejarla vulnerable, sobre todo si los cometen refugiados recientes. Otra crisis del euro, seis años después de que Merkel supuestamente la hubiera zanjado, o el hundimiento de alguno de los tambaleantes bancos alemanes sería igual de nefasto. En realidad, tras once años al mando, cualquier líder ha adquirido tanto bagaje que empieza a ser más un pasivo que un activo. En algún momento se hará dolorosamente obvio que el centro derecha tiene más probabilidades de aferrarse al poder con otra persona al frente. El argumento de retirarse con elegancia y dejar que otra persona dirija en el último momento podría ser decisivo. Si se produce, eso sí, golpearía al Dax con fuerza.

Dos: Emmanuel Macron gana la presidencia francesa. A principios de año, la opinión generalizada es que el candidato republicano François Fillon luchará con el Frente Nacional de Marine Le Pen en la última ronda de los comicios presidenciales franceses en mayo. Pero 2016 debería habernos enseñado que ocurra lo que ocurra, no será lo que diga la opinión generalizada. Fillon ganó las primarias con holgura, pero la política de EEUU nos dice que los candidatos populares entre los fieles del partido no siempre tienen éxito con el electorado. No hay pruebas de que la marca de Fillon de apuntalar la economía de mercado libre de pequeño estado tenga apoyo real en los franceses. Por el contrario, un Macron centrista, reformador y relativamente nuevo podría perfectamente adelantarse en la carrera contra la candidata del Frente Nacional y si lo hace, debería poder inspirar bastante apoyo como para acabar con Le Pen. Que consiga algo en el cargo es otra cosa, pero no hay razón por la que no pueda ganar.

Tercero: BNP Paribas se hace con el control de Deutsche Bank. Hay mega fusiones pensadas para combinar a dos compañías en crecimiento para crear una organización capaz de dominar nuevos mercados. Y después hay fusiones pensadas para apuntalar a las empresas en apuros para que sigan a flote. Prácticamente todos los bancos de Europa encajan en la segunda categoría. Deutsche Bank ha sufrido problemas crecientes todo el año, hasta el punto de que su alta dirección tuvo que apresurar declaraciones para tranquilizar a los mercados de que no está a punto de hundirse. BNP Paribas, el mayor banco francés, está en mucha mejor condición, con unos beneficios decentes y un precio de las acciones que no parece un siniestro total. Qué mejor solución para las penurias del Deutsche que integrarse en su rival francés, de más éxito. Mejor aún, para la canciller alemana significaría que su hundimiento sería un problema de París, no de Berlín. La vinculación podría aupar al maltrecho sector bancario europeo, al menos durante unos meses.

Cuatro: Apple se va de Europa y arranca el Tech-xit. Aun con los estándares de las mega-multas corporativas, los 13.000 millones de dólares que la UE reclama a Apple por impuestos atrasados en Irlanda es una cantidad astronómica. Apple y el Gobierno irlandés siguen peleando, pero hasta ahora con poco éxito. En realidad, solo ha sido uno de una serie de asaltos a los gigantes tecnológicos estadounidenses lanzados desde Bruselas. Una acción legal más contra Apple, por invadir la privacidad o monopolizar un mercado o lo que sea, y podría llegar a la conclusión de que operar en Europa le acarrea más problemas que valor. Al fin y al cabo, puede seguir vendiendo teléfonos y tabletas a través de terceros y operar en mercados enormes como el Reino Unido sin las batallas legales constantes. Si abandona el continente, sus homólogas Alphabet, Facebook, Netflix e incluso Amazon podrían decidir que el riesgo comercial es demasiado alto y provocar un Tech-xit de la UE.

Hay muchos más acontecimientos que no están casi en ningún radar ahora mismo. El mercado polaco parece más fuerte que nunca, junto con su economía. A medida que aumenten los ataques de la UE a su Gobierno populista, quizá siga al Reino Unido por la puerta. Grecia podría celebrar nuevas elecciones y la ultra derecha nacionalista podría subir al poder. Las compañías tecnológicas líderes, como Spotify, podrían ser compradas. También es cierto que nada de eso podría ocurrir, pero la política europea sigue siendo muy volátil, su moneda aun guarda algún golpe generalizado y sus corporaciones todavía tienen capacidad para sorprender.

El año que viene traerá muchos sucesos que nadie se espera; al menos esa es una previsión que podemos hacer con confianza.

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