Opinión

'Los Luises', reyes del presupuesto

Después del revuelo causado por la victoria de Trump, cada uno vuelve a sus quehaceres. En España, el Gobierno comenzó a elaborar los Presupuestos del año que viene, la asignatura pendiente de aprobar ante Bruselas. El ministro de Economía, Luis de Guindos, capitanea en esta ocasión el equipo oficial que negocia con Ciudadanos. El entendimiento entre él y el otro Luis, Garicano, es bueno.

Guindos se refirió en la primera cita a una posible subida de los impuestos verdes y la implantación de la euroviñeta, que junto con la reforma del Impuesto de Sociedades y la continuidad con la eliminación de duplicidades en las administraciones públicas, debería permitir una reducción del déficit en 5.000 millones, como reclama la UE.

Se desconocen si las propuestas del titular de Economía están coordinadas con el de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien en última instancia será el responsable de ejecutarlas. La tirantez entre ambos es conocida. Como el secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, está recién llegado de la Alcaldía de Jaén y es neófito en estas lides, todo apunta a que el encargado de tender puentes será Alberto Nadal, el secretario de Estado de Presupuestos.

Nadal viene de dar un tajo al sector eléctrico, que llegó a generar un déficit de 30.000 millones, y quiere aplicar ahora la tijera sobre las administraciones. Una de sus ideas, desde su paso por el Ministerio de Industria, es el incremento del gravamen sobre hidrocarburos, para equipararlo con el resto de Europa, aprovechando la caída de los precios del barril de petróleo.

El ministro de Hacienda llega a esta legislatura con los humos rebajados, por el estrepitoso fracaso del Impuesto de Sociedades. Rajoy se quedó pálido, al parecer, cuando comprobó que el tributo a las grandes empresas arrojaba descensos de 6.000 millones en el año, en lugar de incrementarse en 10.000 millones, como le había prometido Montoro. La diferencia tuvo que cubrirse recurriendo a los adelantos del pago fraccionado. Una chapuza legislativa de urgencia, que habrá que arreglar para el próximo ejercicio, cuando el efecto recaudatorio quedará neutralizado.

El primer sapo que se tendrá que tragar Ciudadanos es una subida de la fiscalidad. En el caso de Sociedades, se piensa eliminar la deducción por las pérdidas ocasionadas durante los años de la crisis, que hundieron la recaudación. El IVA, el gravamen que más afecta al bolsillo del ciudadano, nadie parece dispuesto a tocarlo, supongo que para no provocar más descontento.

Ciudadanos recordó que el pacto con el PP prevé recortes de mil millones en las diputaciones. Un asunto que avinagró el semblante del equipo negociador del PP, sabedor de que Rajoy no está por la labor. También quedó sobre la mesa la revisión de la amnistía fiscal para incrementar las cantidades recuperadas por fraude, un iniciativa que irrita al ministro de Hacienda.

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, tendrá que atraer el apoyo de socialistas y nacionalistas vascos. Los primeros son muy reacios, para no ahondar más en su división interna. En cuanto al PNV, el acercamiento no va a salir gratis.

El Gobierno vasco reclama para empezar a hablar alrededor de 1.500 millones entre aportaciones adelantadas para construir la Y griega vasca ferroviaria y la liquidación del cupo, que lleva prorrogándose ocho años. No sé si Guindos o Montoro contarán con esta cifra para sus cálculos.

El acuerdo presupuestario se presenta difícil por los plazos, pero no imposible. El crecimiento de la economía española puede rondar el 4 por ciento (sumadas la tasa nominal del 2,5 por ciento y la inflación prevista en torno al 1,5 por ciento), lo que debería aportar importantes ingresos extras el año que viene. Eso, claro está, siempre que Trump no se vuelva loco y nos meta en algún lío.

Desde la victoria del candidato republicano, el coste del bono a diez años se encareció en medio punto, al pasar del 1 al 1,5 por ciento. Si la desviación persiste, la partida del gasto en intereses de la deuda subirá casi en 3.000 millones. Habrá que estar atentos para comprobar cómo se financia ese gasto en el borrador del Presupuestos. De momento, el techo de gasto para el próximo año es el secreto mejor guardado por Montoro.

En lo que sí hubo un rápido entendimiento entre Guindos y Garicano fue en el nombramiento del presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Un puesto que urgía, porque la anterior responsable, Elvira Rodriguez, cesó hace unas semanas por sugerencia del propio Garicano, que demandaba un perfil más técnico y menos político.

De Guindos ofreció en un primer momento el cargo a Garicano, creyendo que quizá la petición sobre la CNMV era un subterfugio para volver a Madrid. Garicano rechazó ir en las listas de su partido al Congreso, porque el sueldo de diputado no cubre sus expectativas económicas. La remuneración de la presidencia de la CNMV, alrededor de 150.000 euros anuales, más que duplica la de un diputado raso.

Resuelto el entuerto tras la negativa de Garicano a ser el vigía de los mercados, el ministro propuso a Sebastián Albella, un abogado encargado de la sección de mercados de capitales en el despacho Linklaters.

El único pero a su nombramiento es que participó en operaciones, como la reciente fusión de Gamesa o las reestructuraciones de Popular y Abengoa y, por tanto, debería inhibirse en las decisiones futuras sobre estas compañías. Un precedente similar fue el de Juan Fernández-Armesto, que llegó en 1996 al organismo regulador de los mercados procedente de Uría. Fernández-Armesto prometió no volver a este despacho cuando cesara, para eliminar cualquier sospecha, como así ha hecho.

No se conoce el pacto con Albella. Con 58 años, tras los cuatro de su mandato y los dos de incompatibilidad para ejercer otros cargos, alcanzará prácticamente la jubilación. Aún así, sería de agradecer un compromiso escrito o verbal para evitar malentendidos. La independencia total, como ocurre con el presidente de la Comisión Nacional de Competencia (CNC), José María Marín, es imprescindible para ejercer un buen trabajo.

Guindos también debe de nombrar en las próximas semanas al subgobernador del Banco de España, en sustitución de Fernando Restoy, que hace las maletas para irse a Basilea después de su implicación en el caso de Bankia. Su imputación sería una hecatombe para el buen nombre de la institución, ya severamente dañado tras el paso de Miguel Ángel Fernández-Ordoñez como gobernador y de su lugarteniente, Javier Aríztegui.

Para evitar el error de Zapatero, que concentró en manos socialistas los dos puestos de mando del banco central, y cumplir con la regla de alternancia, Guindos ha ofrecido el puesto de subgobernador al PSOE. Un caramelo para atraer el apoyo parlamentario del principal partido de la oposición al Presupuesto, que no se sabe si prosperará.

Uno de los primeros asuntos con los que tendrá que lidiar el presidente de la CNMV nada más de tomar posesión, es el Popular. El banco de Ángel Ron tiene pendiente la autorización de su inmobiliaria por parte de este organismo y del Banco de España, que avanza a paso de tortuga. La agilizacion del visto bueno es vital para despejar, de una vez, la viabilidad de la entidad financiera y evitar la sangría que padece en bolsa.

Agilidad y rapidez para reducir su deuda es lo que exigió la agencia Moody?s a OHL para dejar de degradar su rating. El acuerdo alcanzado este viernes para solventar los retrasos del AVE a la Meca es un espaldarazo a una de sus obras emblemáticas. OHL cuenta con suficiente patrimonio para solventar sus problemas, no es Abengoa. La constructora de los Villar Mir debe ejecutar cuanto antes las desinversiones anunciadas en autopistas, el grupo hotelero de Canalejas o el complejo turístico de Mayakoba, en la Ribera de Maya, si quiere recuperar su antiguo esplendor.

Luis, por suerte o por desgracia, siempre fue un nombre que los reyes vincularon con el poder. Luis XIV, conocido como el Rey Sol, rigió con acierto y poder absoluto el extenso territorio que iba desde Francia hasta Navarra, mientras que su nieto, Luis XVI acabó en la guillotina por negarse a envíar tropas para extender los confines de sus dominios hasta Austria y Prusia.

Es evidente que Luis de Guindos y Luis Garicano, los luises españoles, tendrán el poder para decidir importantes reformas en esta legislatura. Sacar adelante el Presupuesto es la primera prueba para lograr que la economía alcance la gloria, como el Rey Sol, o acabe en la guillotina, con sus nombres por medio.

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