La situacion financiera de Renfe ha sufrido una profunda transformación que no podemos sino calificar como de sorprendente: no solamente Renfe Operadora ha cerrado el ejercicio 2015 con una deuda de 4.668 millones de euros, sino que el ejercicio 2016 va a cerrar con una deuda de 4.140 millones, es decir una reduccion neta de 1.085 millones en un periodo de 5 años.
Por su parte, los gastos financieros han descendido y han pasado de 167 millones de euros en 2011 a una previsión de un máximo de 65 millones para finales de 2016. A esta caída del coste financiero han contribuido no solo la reducción de nominal de la deuda y el favorable contexto de tipos de interés, sino las sucesivas refinanciaciones bancarias acometidas desde 2013, así como la implantación de un modelo de tesorería centralizado a nivel de grupo (cash-pooling).
Pero la utilización de la deuda y el análisis de la estructura del pasivo como palanca de mejora de la eficiencia de la empresa no debe sino formar parte de un análisis más amplio por ser el que mide realmente mide la valoración real de una compañía: el cash-Flow. En España la elaboración del Estado de Flujos de Efectivo cobró protagonismo desde que el IASB lo recogió en la NIC 7, y el plan general de contabilidad de 2008 introdujo su elaboración como estado contable individual, si bien no para aquellas empresas a las que precisamente más habría ayudado: las pymes.
Lamentablemente, la elaboración obligatoria del estado de caja para grandes empresas no solo llegó tarde sino que la falta de auténtica comprensión, interiorización y utilización periódica del cash-flow de las compañías ha contribuido al cierre de muchas empresas que podrían haber salido indemnes de la crisis de haber sabido gestionar de manera eficaz sus flujos monetarios. No ha sido así, y en España el grado de comprensión de este estado, más allá de su utilización en el entorno financiero y en el mundo de valoración de empresas en los cuales la primacía del método de descuentos de flujos de efectivo futuros es incuestionable, sigue existiendo un sospechosamente bajo grado de utilización de este ratio frente a su enemigo mediático: el beneficio (o pérdida) contable.
Como se suele decir, "el cash-flow es un hecho y el beneficio contable una opinión" y esto es debido a que el cash flow no puede ser influido por otras técnicas contables. Siendo esto así, la auténtica revolución consiste en comprender que no mejoraremos el valor de una empresa aumentando solo su beneficio, sino que nuestros esfuerzos deberán dirigirse a mejorar el Free Cash Flow (FCF) por reunir los tres componentes básicos del valor de cualquier compañía: el efectivo que genera en su actividad ordinaria; los cambios en el capital corriente consecuencia de bienes o servicios devengados pero aún no cobrados y pagados; y las inversiones ejecutadas en el ejercicio.
Volviendo al caso de Renfe, hay que incidir en el hecho de que ha sido capaz de generar un Flujo de Efectivo de explotación de 412 millones de euros, que ha dedicado al pago de certificaciones de inversiones y a continuar con la política de reducción de deuda iniciada en años anteriores.Queda claro por tanto que, en nuestra opinión, debe irse modificando progresivamente la visión cortoplacista que nos ofrece el beneficio contable como indicador, e irlo sustituyendo por una visión más financiera de la actividad empresarial que, aún introduciendo determinados matices para el caso de empresas públicas (como, por ejemplo, cual debe ser el Wacc o la tasa de descuento a utilizar), impidan que la plasticidad del uso del beneficio nos limite la visión y nos impida seguir trabajando en conseguir que la utilización de ratios financieros como el cash-flow siga convirtiéndose en una realidad diaria.
Para ello no solo deberemos tomar en cuenta las proyecciones futuras de cobros y pagos (que no ingresos y gastos) y una gestión eficaz de nuestro capital circulante, sino que será básico en nuestro análisis la eficiencia de los proyectos de CAPEX que se prevean acometer en los próximos ejercicios que forman parte básica y muy importante de nuestro FCF.Todo ello redundará en una empresa que no solamente aporta servicios cada vez de mayor calidad sino que, desde un punto de vista financiero, sea sostenible en el tiempo y capaz de jugar el papel dinamizador que le va a corresponder en el entorno liberalizado que los próximos años va a traer en el sector del transporte ferroviario. Y esto, como ciudadanos, nos debe importar a todos.