
La decisión de recuperar los tipos mínimos en el pago fraccionado de Sociedades es una mala noticia para las empresas. En teoría, se trata de un mero cambio de calendario, que las obliga a adelantar lo que pagarán a Hacienda en el futuro, sin excluir la posibilidad de que el Fisco haga luego devoluciones. Ahora bien, aunque no sea un alza tributaria estricta, es innegable que impactará en la tesorería de las firmas, pues tendrán que planificar mayores pagos de los previstos.
Además, si la medida se mantiene, es posible que el adelanto de pagos futuros compense las devoluciones presentes. Conviene que el Gobierno sopese estos perjuicios colaterales, sobre todo en el caso de una medida de eficacia limitada, que no ataca los principales factores que alimentan el déficit público.