La votación de Reino Unido para abandonar la Unión Europea ha colocado el papel del país en Europa en el limbo. Cada día que pasa, profundiza el impasse entre los británicos y la UE y hace más incierto el futuro.
A los líderes de la UE les gustaría avanzar en el proceso y han apelado al Reino Unido para que dé los pasos para ello inmediatamente, como está estipulado en el Artículo 50, la cláusula de retirada para los países miembros del Tratado de Lisboa.
La parte británica está hecha un caos y debe elegir primero un nuevo líder, ahora que el primer ministro, David Cameron, ha anunciado su dimisión. Pero la mayoría de los políticos británicos han acabado aceptando el resultado del referéndum del Brexit, y que ahora la voluntad de los votantes debe cumplirse de la manera que mejor defienda los intereses nacionales británicos.
Dado que el mercado interno de la UE ha sido siempre una prioridad clave para el Reino Unido, una opción discutida ampliamente, que tiene apoyo interpartidista, es el llamado ?modelo Noruega?: pertenencia al Espacio Económico Europeo (EEE).
En virtud del acuerdo EEE, Noruega (junto con Islandia) tiene acceso completo, sin restricciones, al mercado único de la UE, incluso para servicios financieros. Pero el acceso al mercado interno requiere también que los miembros del EEE acepten la plena libertad de movimiento no sólo para bienes, servicios, y capital, sino también para los trabajadores.
¿Sería la opción de Noruega mejor para Gran Bretaña que la pertenencia plena a la UE? Un sencillo ejercicio de pensamiento podría ayudar: vayamos cuatro décadas atrás y asumamos que Francia hubiera vetado la pertenencia del Reino Unido a la UE, y que el Reino Unido se hubiera unido al EEE en su lugar. En esta hipótesis, el referéndum del Brexit habría sido sobre si el Reino Unido debiera seguir en el EEE. ¿Habría habido alguna diferencia en los argumentos de una hipotética campaña del Leave?
Los argumentos reales de la campaña del Leave se centraron en tres asuntos: las contribuciones del Reino Unido al presupuesto de la UE, la libre circulación de trabajadores y la soberanía nacional. Analicémoslos uno por uno.
La campaña del Leave argumentó que el dinero con el que el Reino Unido contribuye al presupuesto de la UE como Estado miembro podría gastarse mejor internamente. Este mismo argumento valdría contra la pertenencia al EEE. De hecho, la contribución financiera de Reino Unido a la UE es menor, en relación a su renta nacional, que la de Noruega en virtud del EEE.
La campaña del Leave reivindicó también que la libertad de movimiento de la mano de obra aumenta los presuntos peligros del terrorismo y de un mayor desempleo para los trabajadores británicos. Pero las disposiciones que regulan la movilidad laboral en la UE se aplican también a Noruega y todos los miembros del EEE. En la medida en que la libertad de movimiento era la razón clave para dejar la UE, el modelo de Noruega sería igualmente inaceptable.
Esto nos lleva al tercer argumento, y tema central, de la campaña del Leave: ?Recuperar el control? de las normas y regulaciones que gobiernan la economía de Gran Bretaña. Este objetivo sería un argumento aún más fuerte contra la pertenencia al EEE de lo que era contra la pertenencia a la UE. En virtud del EEE, el Reino Unido tendría que atenerse aún a las normas y regulaciones fijadas en Bruselas, pero tendría mucha menos voz en su creación de la que tiene como miembro de la UE. De hecho, dentro de la UE, Gran Bretaña tenía una considerable influencia sobre los servicios financieros, la industria más importante de su economía.
?Recuperar el control? también se refería al Tribunal de Justicia de la UE en Luxemburgo, cuyas sentencias, por costumbre, tienen prioridad sobre las sentencias de tribunales nacionales. Pero el EEE también tiene su propio tribunal, cuyas sentencias son vinculantes para los estados miembros del EEE.
En resumen, todos los argumentos contra la pertenencia a la UE también se aplican, a menudo incluso con más fuerza, contra la pertenencia al EEE.
Sin embargo, algunos países eligen esta opción. Los noruegos han preferido de forma sistemática permanecer en el EEE, y han votado más de una vez, por grandes mayorías, contra entrar en la UE.
Dinamarca es un caso similar desde 1992, cuando los votantes daneses rechazaron la pertenencia a la eurozona en virtud del Tratado de Maastricht. Ahora, la corona danesa está tan estrechamente ligada al euro que el banco central de Dinamarca ha perdido en la práctica su independencia. Uniéndose al euro, Dinamarca habría conseguido al menos un asiento en la mesa.
Los suizos rechazaron incluso la pertenencia al EEE en un referéndum; sin embargo, para hacer negocios con la UE al nivel que quería, el Gobierno suizo tuvo de todos modos que aceptar después la mayoría de las normas del EEE, incluida la libre circulación de personas y las contribuciones al presupuesto de la UE.
Como muestran estos ejemplos del mundo real, ningún país que quiera beneficiarse del proyecto europeo ha podido nadar y guardar la ropa. La apertura de fronteras y la integración económica requieren reglas comunes. Un ?bol de espagueti? de diferentes acuerdos a la carta no funcionaría en un continente de más de 30 países de pequeño y medio tamaño y más de 500 millones de personas. La UE provee esta serie de reglas comunes, apoyadas por instituciones comunes, que dan voz a todos los países, incluso el más pequeño.
Este es el número de equilibrismo de la soberanía en Europa: cada Estado se mantiene formalmente soberano, pero si quiere prosperar económicamente, debe aceptar las normas y regulaciones comunes que permiten la intensa división transfronteriza del trabajo en Europa. Por supuesto, Europa es más que una simple área de libre comercio; también es un centro de vida cultural y social compartida. Por eso la libertad de movimiento es tan atrayente, no solo desde un punto de vista económico.
Algunos países más pequeños han dimitido de su papel influyente en el futuro de Europa. Pero es sorprendente ver a un país con una historia tan larga de liderazgo global como Gran Bretaña replegarse de repente sobre sí mismo. Tras abandonar su histórico papel dando forma al futuro de Europa, ¿estará realmente satisfecho el Reino Unido permaneciendo en los márgenes?
(Artículo de Daniel Gros para Project Syndicate)