Opinión

'Brexit', ¿una bomba de relojería?

La decisión británica de abandonar la Unión Europea es la prueba de que el populismo está más vivo que nunca. Las consecuencias para el Reino Unido son nefastas. La primera puede ser la ruptura en dos del país. Escocia e Irlanda del Norte amenazan con sendos referéndum para independizarse. Los bancos de negocio instalados en la City londinense tendrán que mover alrededor de 100.000 empleos a la Europa continental y su economía sufriría un desplome del 5 por ciento y entrará en recesión el próximo año. Para más Inri, el poder adquisitivo de los británicos cayó del golpe alrededor del 20 por ciento, por la devaluación de la libra. Si estas previsiones catastróficas se cumplen, será difícil que otros países de la Unión Europea sigan sus pasos.

Pero si, por el contrario, gracias al desplome de su moneda, la economía británica reacciona con fuerza y amortigua el efecto devastador del Brexit, corremos el riesgo de un posible contagio. El índice Footsie de la bolsa británica fue el que menos bajó de Europa (3,15 por ciento) en la jornada negra del viernes, probablemente por la confianza en que la caída de su moneda impulse las exportaciones y el crecimiento.

Desde luego, el escenario a corto plazo para la economía británica es neutro, ya que durante los próximos meses nada cambiará en la normas de su relación con la UE. Londres tiene dos años para negociar su salida, a los que podría sumar otros dos si invoca el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

El primer ministro, David Cameron, señaló tras su dimisión que permanecerá en el cargo hasta el congreso Tory de principios de octubre. Ese período de transición durante los meses de verano, le permitirá encarrilar las conversaciones con la UE. Las posibilidades de obtener ventajas para ambas partes son mayores con la intervención inicial de Cameron que con su posible sucesor, el ganador de la campaña del Sí, Boris Johnson.

El compromiso final con la UE tendrá que ser validado por un Parlamento británico, que tanto en las bancadas de los conservadores como de los laboristas, está dominado por los partidarios de la permanencia. Ello permite confíar en que el Reino Unido busque sustituir su actual estatus de estado miembro por otro de asociación, que eluda levantar barreras comerciales con la Unión.

El modelo es Noruega, que es miembro del Área Económica Europea a cambio de aceptar la libre circulación de personas y de contribuir, incluso, al presupuesto comunitario. Algunos responsables europeos, como el ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, han advertido estos días que la alternativa sería quedarse fuera y adoptar las mismas restricciones que con China o con Estados Unidos.

Hay que tener en cuenta, que el país está dividido entre los votantes del Si y del No. Además, el principal perjudicado sería Reino Unido, ya que el 44 por ciento de sus exportaciones tiene como destino la Unión Europea, mientras que sólo el 16 por ciento de las de ésta se dirigen a la Gran Bretaña.

En las próximas semanas se librará una batalla interna entre halcones y palomas con respecto a la actitud a adoptar frente al Reino Unido, consciente de que si se facilita mucho las cosas, se abrirá la puerta de salida a otros candidatos. El riesgo de contagio a Holanda, Dinamarca, Suecia, Francia o a países del Este como Polonia ó Hungría es alto.

Europa está en una encrucijada de caminos, porque las elecciones presidenciales en Francia y legislativas en Alemania de 2017 le impiden avanzar hacia mayor integración política o fiscal, como sería deseable. El proyecto despertaría el clamor de los partidos populistas de derechas, como el de Marie Le Pen, que ayer anunció un referéndum si llega a la Presidencia de la República.

Las bolsas sobrerreaccionaron este viernes con fuertes caídas, a la par que las primas de riesgo de los países periféricos volvían a niveles que recordaban a Lehman Brothers. Es obvio que no estamos en una situación como aquella. No hay burbuja financiera y el impacto sobre la economía europea o española a corto plazo será de unas décimas del PIB, apenas perceptible. El ministro de Economía, Luis de Guindos, descartó una revisión a la baja de la previsión de crecimiento.

Los mercados intentarán recuperarse de sus intensas caídas en los próximos días, pero su tendencia dependerá de cómo se negocie la salida para que no sea una bomba de relojería. Ni Reino Unido ni la UE pueden permitirse romper todos sus vínculos.

La incertidumbre del referéndum británico favorece el voto este domingo para Mariano Rajoy, que es vista como la opción de gobierno más contrastada. Pero las dificultades para España son importantes. Si Escocia se separa de Londres alentará el movimiento independentista catalán y si Pedro Sánchez supera los escaños del 20-D, estará tentado de pactar con Pablo Iglesias un Gobierno de izquierdas, que exacerbará las tensiones de todo tipo. Crucemos los dedos.

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