Ya antes de que estallara el escándalo relacionado con José Manuel Soria, Moncloa activó un protocolo para evitar que los miembros del Gobierno dieran lugar a malentendidos o sospechas de comportamientos irregulares.
Se rumorea que, desde hace meses, rige una norma de decoro ante el público: quedan prohibidas las reuniones en los reservados de lugares informales como restaurantes.
Por tanto, se debe recibir a las altas personalidades (especialmente si están relacionadas con asuntos polémicos) en las dependencias de los ministerios y, si es posible, a la vista de otros funcionarios o trabajadores.
Fuentes cercanas comentan que fue el respeto a esta consigna lo que impulsó al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a citarse con el expresidente José María Aznar en su despacho, con independencia de las preferencias de este último.