Un avance no previsto del gasto del 40% en el presupuesto anual de un Ministerio supone una cuantía muy elevada que hace saltar las alarmas sobre la gestión de ese departamento. En el caso de Defensa, la situación se agrava ya que sus responsables justifican la desviación de 2015 invocando partidas como las propias de los Programas Especiales de Armamento, destinadas a modernizar nuestro Ejército.
Ese argumento choca con las protestas, surgidas precisamente el año pasado, ante el mal estado y la antigüedad que ciertos recursos básicos de su equipo presentan. Por tanto, Defensa debe explicar convincentemente, para disipar las sospechas de descontrol, a qué se debió la desviación, máxime en un año que era clave para proseguir la reducción del déficit.