Opinión

Tsipras, aunque domesticado, también gana

  • La clave de la victoria, con seguridad, se halla en la falta de alternativas
  • Ha sido capaz de despertar esperanza y de cargar a otros con sus errores
Alexis Tsipras, líder de Syriza junto a Panos Kammenos, líder de Griegos Independientes | Foto: Efe.

Tsipras, que ha presidido uno de los Gobiernos más nefastos y lesivos que sus compatriotas hayan visto jamás, y han visto gobiernos pésimos, ha ganado las elecciones y volverá a ser primer ministro. Cabe preguntarse si hay vida inteligente en Grecia, porque Syriza ha sido responsable de llevar gratuitamente al país al colapso financiero y prácticamente a la quiebra, tras lo que ha tenido que aceptar un rescate mucho más duro que el planteado en primera instancia.

La clave de esta victoria seguramente está en la falta de alternativas, porque Nueva Democracia ha sido uno de los tradicionales muñidores del caótico estado de las finanzas griegas y de la corrupción galopante que la asfixia, aunque quizá hubiera evitado el dramático final, corralito incluido, producto de la inexperiencia de Tsipras y del empecinamiento del gran demagogo extremista de la izquierda más beautiful, el inefable, teórico y ya cadáver político Varoufakis.

Tsipras se ha desembarazado del ala más radical de Syriza y se augura líder político para rato. A medida que se vaya centrando, es muy posible que consiga en los próximos años alguna mejora en una situación que no es difícil de mejorar, más que nada porque él mismo se ha encargado de que sea tan mala que apenas sea susceptible de empeorar. Como diría Felipe González, Tsipras tiene baraca, y al final igual sirve para ganar un referéndum como para ganar unas elecciones habiendo hecho lo contrario que se aprobó en el referéndum. Todo un encantador de serpientes y un superviviente a sus propios errores.

Y ahora no tiene más remedio que gobernar bajo el paraguas y la vigilancia de las renombradas Instituciones y sus hombres de negro, lo que a Grecia a largo plazo no le va a venir nada mal si de verdad implementa todas las medidas financieras y de buen gobierno que se le exigen para irle soltando dinero. Al final Tsipras puede ser el gran reformador de un país que parecía irremediablemente condenado al desastre y que sólo si hace lo que le exigen tiene alguna oportunidad.

Colapso financiero por ineptitud

No creo que todo el desarrollo de los acontecimientos responda a ningún cálculo. Si Grecia cayó en el colapso financiero no fue más que por ineptitud. Sin embargo, quizá hace falta que todo se ponga muy mal para que puedan plantearse ciertas soluciones que, en otras circunstancias, la sociedad rechazaría de plano. Ahora no se trata tanto de valorar lo que hay que hacer, porque ya todo griego más o menos sabe lo que pasa cuando Europa te vuelve la espalda, o cuando tú se la vuelves a Europa.

La victoria de la nueva Syriza será buena para Grecia y para Europa en tanto en cuanto se tomen en serio el calendario de reformas y el Gobierno que se forme se mantenga estable, pues deben contar al menos con un socio, que volverán a ser los nacionalistas de ANEL con toda probabilidad. No parece posible otro escenario por la delicada situación del país y porque el partido está ahora más cohesionado. Grecia ha dejado de ser un motivo de preocupación para las finanzas internacionales y eso ya es un gran avance.

Aunque parezca increíble, se celebrará la victoria de Syriza tanto como se hubiera celebrado la de Nueva Democracia, porque lo que se quiere es un Gobierno que tenga el apoyo suficiente para estabilizar políticamente el país durante varios años con objeto de dar cumplimiento al programa de ayuda financiera, recapitalice la banca y gestione el Estado con más o menos credibilidad. Tampoco se esperan milagros ni que de vez en cuando intenten sacar los pies del tiesto, pero ya han saboreado lo que representa la quiebra y no han tenido más remedio que ceder.

A pesar de todo, Tsipras ha ganado las elecciones a la abstención, que ha batido récords, como era de prever. El partido del desencanto es al que se han sumado la mayor parte de los griegos, pero esos votos no cuentan. También hay que tomar nota de que los neonazis son la tercera fuerza política y que han crecido con fuerza en aquellas islas con más presencia de refugiados, tal es el efecto que en determinados ciudadanos genera ese caos.

Aunque hemos intentado explicar por qué tras hacerlo tan rematadamente mal Tsipras recibe el favor del pueblo, seguramente no lo hemos conseguido porque, a mi juicio, el elemento primordial por el que alguien gana unas elecciones no está en la cabeza ni posiblemente en el estómago del electorado, sino en el corazón. Ha sido capaz de transmitir algo de esperanza y ha conseguido responsabilizar a otros de todos sus errores, un viejo truco que con un físico aceptable y una imagen más o menos interesante convierten a cualquier demagogo en un gran hombre.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky