
Desde hoy, las principales capitales españolas estarán gobernadas por la izquierda radical. El vuelco fue posible gracias al apoyo brindado por un PSOE al que domina el afán de aparecer, a toda costa, como una de las formaciones ganadoras de las elecciones del 24-M, pese a perder 700.000 votos.
Sin embargo, con el apoyo que brindan a los candidatos de las formaciones ciudadanas, los socialistas transmiten el mensaje de que renuncian a representar el futuro de la izquierda. Y aún lo dejan más claro, sacrificando su propio programa electoral a las exigencias de las nuevas formaciones.
Lo demuestra el pacto entre el PSM y Ahora Madrid, capaz de hacer que una promesa de bajar impuestos se convierta en una ofensiva fiscal en ámbitos como el inmobiliario.