
Los tiempos cambian y con ellos las caras de nuestros representantes públicos. Las elecciones del pasado fin de semana marcarán un antes y un después en la política española. Las dos consecuencias más importantes son el golpe al nacionalismo y el giro a la izquierda de la mayoría del país. Si querían provocar un terremoto en el PP, lo ha conseguido. Mariano Rajoy se vio obligado a anunciar esta semana cambios en el partido y en el Gobierno, después de calificar de "victoria incuestionable" el resultado electoral.
¿Se atreverá Rajoy a cambiar a Soraya Sáenz de Santamaría? Muy pocos lo creen. La vicepresidenta ganó el pulso a su principal enemiga, María Dolores de Cospedal, que dejará su cargo antes del verano y también la presidencia de Castilla-La Mancha. Para compensarla por esta caída en el abismo tan abrupta, Rajoy parece dispuesto a nombrarla ministra durante los pocos meses que quedan para agotar la legislatura. Hay que cubrir el puesto de los ministros de Cultura, José Ignacio Wert, quien en junio será designado como embajador ante la OCDE y, probablemente, el del titular de Economía, Luis de Guindos, si se marcha a la presidencia del Eurogrupo.
Si Rajoy se limita sólo a buscar un recambio para los dos ministros, habrá perdido el tiempo y su última oportunidad. Por eso, hay quien vaticina que en el paquete habrá sorpresas. En el PP apuntan a Cristóbal Montoro, al que acusan de haber frito a los ciudadanos a impuestos en contra de su promesa electoral. El ministro de Hacienda es un personaje impopular, tanto dentro como fuera del PP.
El estallido del caso Rato en precampaña para las municipales, así como el acoso de la Agencia Tributaria a determinados colectivos y las constantes filtraciones de datos lo colocan en el ojo del huracán.
Si Rajoy sustituye a Cospedal en el partido debería hacer lo propio con Santamaría en el Gobierno, argumentan en el PP, pero nadie piensa realmente que lo haga. "No va con su temperamento. Es de tiempos más largos", argumentan.
Entretanto, limita los superpoderes de la vicepresidenta, como publicó elEconomista esta semana. El titular de Industria, José Manuel Soria, acompañará a Santamaría en sus visitas a los propietarios de los medios de comunicación y será el propio Rajoy, con ayuda del ministro de Industria, quien decida el reparto de las nuevas licencias de televisión antes de las elecciones.
Las duras críticas del presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, no han hecho mella en Soria. Entre otras cosas, porque dar más ayudas a las cuencas mineras es como volver al pasado. En la etapa de Zapatero no funcionó.
El reparto de licencias de televisión es el tema más espinoso de la agenda. Las dos grandes cadenas, Atresmedia y Mediaset, presionan con todas su armas para recuperar los canales que les quitó el Supremo.
Trascendió una reunión entre Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset, y un alto cargo oficial al que le exigió la devolución de los canales para detener la opinión de la cadena favorable a Podemos y otros líderes de la izquierda. El representante gubernamental intentó contrarrestar esa política con un incremento de la publicidad estatal. Pero Vasile le contestó que no iba a caer en su trampa. "La publicidad me sobra", le vino a decir. Es obvio, que la situación de duopolio desvía la mayoría del incremento del gasto publicitario hacia las televisiones, en detrimento del resto de medios de comunicación, sobre todo, del grupo RTVE.
Santamaría tenía planes para dar dos canales a cada una de las grandes cadenas, otraoa la Iglesia y otro a Prisa. La concesión de este último canal al grupo de Juan Luis Cebrián al que Santamaría (íntima del antiguo director de El País) salvó de la quiebra pidiendo expresamente ayuda al Santander, La Caixa y Telefónica, aún levanta ronchas internas. Para empezar, ABC, diario de referencia del grupo Vocento, se revolvió contra el Gobierno, cuando tradicionalmente es uno de sus valedores. El lío montado determinó a Rajoy a retomar el control sobre las concesiones televisivas. Ahora no se sabe si el cerco al poder de la todopoderosa vicepresidenta concluirá con esto o llegará más lejos.
El mundo empresarial está echando toda la carne en el asador para que Rajoy mueva ficha cuanto antes. Las posibles alcaldías de Ada Colau en Barcelona y de Manuela Carmena en Madrid inquietan muchísimo, porque ambas están dispuestas a revisar las contratas de estos dos grandes Ayuntamientos. Los pactos del PSOE con Podemos, después de renegar de ellos, convierten a su líder, Pedro Sánchez, en una persona "poco fiable".
Desde el punto de vista reputacional, el daño para la economía es tremendo, ya que algunos periódicos extranjeros como The Wall Street Journal intentan revivir las tensiones y anuncian ya la posible llegada al poder del "Syriza español".