
La actual crisis ha golpeado despiadadamente el nivel de bienestar de nuestra clase media, ese gran tesoro acumulado durante años, para beneficio de nuestras familias. Hay diferentes razones: un mercado laboral ineficiente por falta de reformas, la preferencia de las familias por la inversión en inmuebles y depósitos, la falta de formación adecuada, una estructura económica procíclica, por supuesto, atomización de nuestras empresas y, cómo no, las cuentas públicas.
Podríamos resumirlo en que tenemos una estructura económica arcaica para el diseño del euro. Pertenecer al euro requiere un país competitivo y orientado a beneficiar a sus ciudadanos mediante una economía moderna y ágil, no de fundamentos precarios.
Desde que entramos en el euro nuestros dirigentes siguen pensando en el modelo de devaluación de la divisa, crecimiento a través de ladrillo y sectores de bajo valor añadido. Déjenme centrarme en el tema de las cuentas públicas. Al referirme a ellas hablo tanto de la política fiscal, los ingresos, como de la presupuestaria, el gasto. España tiene un problema, y muy grave, con sus ingresos y su gasto públicos, si prefieren el déficit público, con el que los dos partidos tradicionales parecen no saber qué hacer, incluso se muestran orgullosos del mismo o lo quieren impulsar.
Recientemente el Gobierno se congratulaba de cumplir con la imposición de Bruselas, pero España registra un déficit del 5,7%. Es decir en un año en el que se ha comenzado la recuperación económica los entes públicos han gastado por encima de sus ingresos. Desde aproximadamente 2012, España está a la cabeza o prácticamente en ella de los países comunitarios con mayor desequilibrio.
Prueba de ello es que la deuda pública para este ejercicio, la forma de financiar el mayor gasto, se situará por encima del 100% del PIB. Cumplir es una obligación, rebajar ese gasto es una obligación inaplazable que hay que exigir a nuestros gestores públicos, sean del color que sean. Ya sabemos que el entorno es muy complicado pero, ¿qué se ha hecho para atajar el problema? En mi opinión poco y además a coste altísimo para la clase media.
La mejora de los ingresos se producen por el aumento indiscriminado de la presión fiscal, especialmente sobre las familias. De acuerdo con la Agencia Tributaria el tipo medio de los principales tributos se sitúa al nivel más alto desde 1995, concretamente al 15,2%. Para explicar este aumento es necesario pensar que la renta bruta de los hogares ha decrecido desde 2008 -gravada por el IRPF-, además del gasto sujeto a IVA, el que se repercute a las familias; por tanto la única explicación es la tremenda subida de los coeficientes.
Así es: la subida del IRPF, la desaparición de deducciones y el aumento de las cantidades a tributar -cheques restaurante o ayudas a guardería, por ejemplo- eso que llamamos los economistas la ampliación de las bases impositivas. Una vez más hay que recordar que en esta legislatura se han subido o creado más de 40 impuestos, sí, más de cuarenta. Por cierto, el aumento de tipos medios de gravamen ha llevado aparejado una caída de la renta bruta disponible, algo que todavía ha posibilitado que la contracción sea más intensa.
Nuestros responsables son incapaces de llevar a cabo una reforma del sistema tributario y económico que no dependa de la situación, que no tenga carácter cíclico; es una visión cortoplacista y miope, precisamente todo lo contrario de lo que debe ser la gestión pública, enfocada a incrementar el bienestar en el largo plazo. El aumento impositivo estaría muy bien si se nos hubiera dotado de más prestaciones. Lejos de ellos asistimos a recortes, copagos, falta de inversión -algo que comienza a poner en peligro las prestaciones futuras- y demás medidas. Recortes que a quien más han afectado han sido a las clase bajas y por supuesto a la clase media.
La clase media desde el inicio de la crisis paga más, recibimos menos, invertimos prácticamente nada en mejorar nuestras prestaciones futuras y nivel de bienestar. ¿Para cuándo la inaplazable reforma de las cuentas públicas? Se han subido los impuestos porque no se ha trabajado en la modernización; volveremos a ver a la clase media ahogada si no hay reformas. Si se produce una caída de la actividad, alguien con una visión deslumbrante volverá a subirnos impuestos y recortar prestaciones.