Opinión

La alargada sombra de Granados

Granados

Francisco Granados siempre gustó de presentarse como un consumado broker cuya habilidad, y no su actividad política, eran el origen de su patrimonio. Pero no fue su sagacidad la que permitió el milagro de los panes y los peces -el exdirigente popular multiplicó por 13 sus ingresos en 2007 gracias a la venta de solares en Valdemoro, donde fue alcalde entre 1999 y 2003-, sino los pelotazos urbanísticos realizados. En ese periodo impulsó el plan urbanístico que le propició sustanciosas ganancias. A él y a su mujer, a la que no le dolió prendas usar su estado civil para engordar sus cuentas.

El "paleto llegado a Madrid", como a él le gustaba definirse, llegó a controlar como alcalde de Valdemoro hasta 53 cuentas bancarias, además de chalets en Marbella. La investigación se inició a raíz de una nota remitida por las autoridades suizas que alertaron de que un político español tenía una cuenta en uno de sus bancos con un dinero de origen desconocido. También la Policía investiga una red de blanqueo vía Suiza, Costa Rica y Singapur, donde la trama Púnica enviaba el dinero de las comisiones para evitar el posible rastro de fondos.

Granados, con todo, no es un representante más de la cultura del pelotazo. El alto grado de impunidad del que disfrutó el que fuera consejero por partida triple y secretario general del PP regional merece una explicación de quienes le procuraron esos puestos. Pero sobre todo por su exjefa Esperanza Aguirre, que no quiso o no supo ver lo que Granados se traía entre manos.

La sospecha de que se permite la corrupción es, lo que causa más repulsa a la ciudadanía. Que recuerden en el PP los más recientes resultados electorales si aún alguien duda de aplicar la tolerancia cero ante estos abusos.

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