
A los mega-ricos nunca les faltarán benefactores. Con el beneplácito de los gobiernos toda una industria auxiliar se ocupa de que se encuentren cómodos. Y en su caso un régimen fiscal a medida es siempre tan apreciado como un buen sastre. Hay espacios exclusivos, mercados donde se puede comprar y vender cualquier valor mueble; obras de arte, lingotes de oro, antigüedades, piedras preciosas, sin tener que pagar IVA ni tributar por plusvalías. Son los llamados Depósitos Francos radicados en los lugares mas exclusivos: Luxemburgo, Singapur, Ginebra, Mónaco, Beijing. Directamente desde su jet privado le permiten desembarcar sus Matisses o Rothkos, alquilar un almacén bajo el régimen de Depósito Temporal y automáticamente disfrutar de un resort fiscal de lujo. En el mismo edificio dispondrá de todos los servicios que pueda necesitar: abogados, expertos en restauración y valoración, corredores -perdon, brokers- sin que sus servicios tampoco tributen IVA. Ahora ha entrado en una dimensión fiscal esotérica; pertenece a una élite, los mega-ricos y el mundo se rinde a su bolsillo.
Incluso las palabras se retuercen y cambian de significado; Depósito Temporal significa justo lo contrario: sin límite de tiempo. Sus bienes pueden pasar a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Nadie le va a reclamar derechos de sucesión, mientras los bienes se mantengan en depósito. Es más, en las galerías de arte existentes en estos espacios podrá exhibir y vender, o en su caso comprar, pinturas, diamantes, vinos, cualquier valor mueble libre de impuestos. Puede vender un Modigliani, cobrar en diamantes y tanto las plusvalías como las revaloraciones que se hayan podido producir serán opacas. Un simple cambio de títulos de propiedad dentro del recinto sin retención en la fuente. En el caso de Le Freeport Luxemburgo sólo si decide sacar los bienes del almacén con destino a un país miembro de la Unión Europea deberá tributar un indulgente IVA del 8%. Nadie le pedirá cuentas si el destino es extra-comunitario; puede embarcar en su jet con su reciente adquisición de diamantes y volar con destino, por ejemplo, a Ratatonga, población de 20.000 habitantes, uno de los paraísos fiscales de moda en las Islas Cook. Allí firmas como Portcullis Trustnet le asesorarán en cómo crear sucesivas capas de sociedades offshore a cargo de testaferros que le pondrán a resguardo de la importuna curiosidad del fisco. Facebook es cosa de pobres. Los mega-ricos son gente discreta; odian los escaparates.
Sólo la persistente presión de los Estados Unidos sobre la banca suiza y, a su rueda, la UE han conseguido desmantelar en la mayoría de jurisdicciones la ladronera del secreto bancario. Pero como sentencia la desencantada sabiduría popular: hecha la ley, hecha la trampa. Los asesores fiscales han aconsejado a sus clientes cerrar sus cuentas bancarias y trasladar o convertir el efectivo en lingotes de oro, obras de arte, etc... y almacenarlas en recintos que incluso pueden estar sujetos al normal régimen aduanero comunitario. La argucia, la trampa, consiste en que en los acuerdos entre las Haciendas Públicas de intercambio automático de información fiscal han dejado fuera de estos convenios a estos privilegiados silos patrimoniales. Una excepción que explica por qué en Suiza los billetes de mayor denominación, los de mil francos, suman un 60% del valor total del dinero circulante; dinero que junto a otros bienes muebles cuyo valor se desconoce reposa agazapado en las madrigueras excavadas en los Alpes helvéticos.
Lo que antiguamente fueron refugios para la población en caso de holocausto nuclear durante la Guerra Fría, hoy están habilitados como almacenes de máxima seguridad para quienes buscan ahora un lugar donde poner a salvo sus bienes de las miradas inquisitivas del fisco. Y en esa dinámica ayuda que en España no sea necesario incluir en el Modelo 720 de Bienes y Derechos en el Extranjero -y cito textualmente- "las obras de arte, barcos, lingotes de oro, joyas, efectivo no depositado en cuentas" siempre que estos no generen rendimientos.
No es una singularidad exclusivamente nuestra; es lo habitual en la supuesta fiscalmente estricta UE. Esta excepción a la norma 720 pudiera tener sentido por sí sola, pero cuando se alía con el régimen de depósitos francos y un mercado opaco de antigüedades y de obras de arte el resultado de esta mezcla es desde el punto de vista de la equidad fiscal altamente tóxica. Y en este capitulo una vez más tanto Luxemburgo como Mónaco se distinguen y no precisamente como destino turístico.