
Si tiene que emprender un negocio o decidir una inversión importante, espere a la siguiente semana. Los próximos días vienen cargados de citas interesantísimas, que pueden cambiar la marcha de la economía a corto y medio plazo.
La primera llega el jueves próximo de la mano del presidente del Banco Central Europeo (BCE). La mayoría espera que anuncie la compra de deuda soberana de los países miembros del euro, una medida que servirá para limpiar el balance de las entidades financieras, que podrán dedicarse así a adquirir otros activos o a prestar dinero, y recortará más las primas de riesgo y, por ende, facilitará la refinanciación de los Estados.
Tanto la decisión del Banco de Suiza de desligar su moneda, el franco, de la cotización del euro; como la aprobación de las compras de deuda soberana por el Tribunal de Justicia Europeo o el hecho de que la inflación de la eurozona acabara el año en negativo avalan esta tesis. La medida se producirá unos días antes de que Grecia acuda a las urnas y una de las principales incógnitas es cómo poner en marcha un mecanismo que permita adquisiciones selectivas, de manera que Atenas quede excluida en caso de que declare una moratoria en sus compromisos financieros. El semanario Der Spiegel señala que serán los bancos centrales los encargados de comprar la deuda de su país para evitar contagios.
También queda por despejar la cuantía de la inyección monetaria. El consenso apunta a medio billón de euros, una cantidad insuficiente, ya que las medidas arbitradas hasta ahora pretendían incrementar el balance del BCE en un billón.
El IFO, uno de los grandes institutos de estudios germanos y el más alineado con el Bundesbank, sigue oponiéndose a la iniciativa. ¿Dará Alemania su brazo a torcer en el último momento?
El Tribunal de Justicia Europeo advirtió esta semana que el BCE no debe actuar como el Bundesbank, sino que debe tener en cuenta las circunstancias de todos los componentes de la moneda única. Un buen capote para Draghi. Si éste aplazara las medidas a la próxima cita del BCE en marzo, los mercados se anotarían drásticas pérdidas y el euro volvería a encarecerse.
El segundo obstáculo es Grecia. Su sistema electoral otorga 50 diputados extra al partido político ganador de los comicios. Syriza aventaja por sólo tres puntos a la Nueva Democracia de Antonis Samarás. Aún así habrá que ver si tiene mayoría suficiente para hacerse con el poder.
El radical Alexis Tsipras moderó sus reivindicaciones, ahora quiere permanecer en el euro, renegociar y no dejar de pagar la deuda e incluso dio marcha atrás sobre varios incrementos del gasto público. Grecia es, por tanto, un problema asumible.
La mejora de la situación económica en el continente permitiría, en estos momentos, abordar incluso su salida del euro, como hoy publicamos en elEconomista. Una opción que defienden los más ortodoxos como paradigma para evitar incumplimientos futuros por parte de otros socios del club.
La victoria de Tsipras animaría a los votantes de Podemos en España o del Movimiento Cinco Estrellas italiano. Ahí es donde reside el verdadero temor, porque como ya se vio en la crisis del euro, la salida de España o Italia haría saltar por los aires todo el proyecto europeo. Ello explica el viaje relámpago esta semana de Rajoy a Grecia. La expulsión de Atenas evitaría el contagio a los países del Sur.
Vamos a vivir una semana de infarto. Cuatro días, del jueves 22 al domingo 25, que marcarán el rumbo de la eurozona. Europa superó crisis peores. Con Tsipras o sin en él, con Grecia o sin Grecia en el euro, el único camino es que el BCE inyecte dinero en el mercado para evitar una recaída en deflación. Las reformas estructurales surten efecto a medio plazo y no queda ya tiempo.
El euro barato, la caída del crudo y la contención de los costes salariales pueden transformar Europa en una especie de tigre bengalí, de dragón chino, que tire de su actividad. Es una pena que Merkel haya tardado tanto tiempo para llegar a la misma conclusión que alcanzaron antes americanos o japoneses.
Si el BCE atendiera al dictamen del Tribunal de Justicia Europeo y actuara en defensa de los 19 Estados del euro y no sólo de Alemania, los europeos del Sur nos habríamos ahorrado muchos sufrimientos. Estados Unidos supera tradicionalmente sus crisis abaratando y depreciando el dólar, al igual que China o los denominados países emergentes con sus respectivas monedas para poder competir. ¿Por qué Europa es tan recatada? Quizá en los próximos meses logremos aprender la senda para enfrentar futuras crisis. Sería, además, la mejor receta para combatir a los populismos que amenazan con apoderarse del Viejo Continente.