
Año tras año, los analistas nos inundan por estas fechas con sus previsiones para el año que empieza. Dicho sea sin ánimo de ofender, maravilla la insistencia de las entidades en lanzar nuevas baterías de previsiones, después de constatar una vez más que no hay manera de acertar. Que esto no nos desanime.
Otra vez oiremos decir que la situación es extremadamente complicada, como si alguna vez lo hubiéramos tenido fácil. Otra vez oiremos a la mayoría de expertos prever subidas de la bolsa del... ¿15%? Cifra mágica que a todos deja contentos: nadie se creería una cifra mucho mayor, y todo este trabajo para ganar menos, tampoco estaría justificado.
En España, el fundamento para una evolución positiva de nuestra bolsa es, lógicamente, la previsión de que el crecimiento de nuestra economía se acelere en el año 2015. Las previsiones para este ejercicio sitúan a España en cabeza del crecimiento para las principales economías de la zona euro. Nuestro país podría crecer por encima del 2%, mientras que la media de los países de la Eurozona quedaría en las inmediaciones del 1%.
Hay un consenso respecto a lo siguiente: la economía española ha realizado una serie de reformas y ajustes que le han permitido volver a crecer, incluyendo una recuperación del empleo, mientras que nuestros dos grandes vecinos, Italia y sobre todo Francia, siguen incapaces de reformar sus economías, lo que les dejará en 2015 con crecimientos alrededor del 0,5%. Alemania, que hizo sus ajustes diez años atrás, sigue fuerte, aunque la debilidad de los emergentes pesará en sus exportaciones, así como la inestabilidad en el Este de Europa.
El mercado de renta variable
Y la bolsa, ¿qué hará? Lo primero que debemos tener en cuenta es que nuestra bolsa no es española, es global. Sólo un tercio de las ventas de las compañías del Ibex 35 proviene de España. Un 9% de ventas proviene del área euro, un 8% del Reino Unido y el 4% del resto de Europa. Nuestro gran mercado es Latinoamérica, que es el origen del 28% de los ingresos de las compañías del índice español de referencia. Sólo Brasil representa un 13%. Y por fin, Norteamérica pesa un 8% y Asia un 9%.
Con este reparto nos damos cuenta de que para elaborar una estrategia de inversión en nuestro mercado hay que partir de una visión global de la economía. Los grandes temas de inversión también están presentes. Pongamos como ejemplo el precio del petróleo, el tema de moda. Repsol acaba de adquirir, en plena caída del crudo, una gran compañía canadiense de exploración y producción, Talisman.
Pero, además las expectativas de inversiones futuras en infraestructuras relacionadas con el crudo afectan a ingenierías como Técnicas Reunidas, y a productores de tubos de acero. Hasta las energías renovables (como es el caso de Gamesa) se ven afectadas por un precio del barril de petróleo demasiado barato, a medio plazo.
Los inversores extranjeros, sin embargo, aún ven nuestro mercado como una apuesta oportunista, basada en la mejora coyuntural de las perspectivas domésticas que se hacen. No obstante, cuando entran y ven el tipo de compañías que tenemos dentro de nuestras fronteras, muchas veces se sorprenden.
Nuestra macroeconomía y nuestra estabilidad o inestabilidad política siguen siendo nuestra primera tarjeta de visita. Hablando de política, parece claro que venimos de un periodo de tres años de una gran estabilidad, a pesar de los escándalos, y vamos hacia un 2015 en el que habrá muchos comicios electorales (municipales, autonómicas, generales) y nuevas fuerzas políticas en ascenso.
Lo único que parece garantizado es que no habrá mayoría absoluta. Es un gran cambio. Pero, una vez más, desde fuera será difícil de apreciar. Todos tendemos a minimizar la complejidad de la política de otros países, por desconocimiento. Sólo cuando una nación se asoma a grandes decisiones de alto riesgo, su política empieza a ser objeto de consideración exterior. ¿Pasará esto en España en 2015?
Antonio Hormigos, director de inversiones de Mirabaud.