Opinión

La vía más rápida hacia otra crisis

La necesidad de una reinvención del sistema político basado en el bipartidismo, que tan importante fue en la construcción de la España moderna tras la dictadura, es notoria en la sociedad. Dentro de ella, es precisamente el ámbito empresarial el que, por su propia naturaleza, más sufre el anquilosamiento y la ausencia de ímpetu.

Por ello, no debe extrañar que sean los empresarios los primeros en aplaudir la aparición de nuevos partidos, dispuestos a dar las respuestas que las formaciones dominantes desde la Transición no encuentran. Máxime cuando éstas, especialmente en el caso de PSOE, PP o CiU, no han tomado en serio el toque de atención de las últimas elecciones europeas e incurren en viejos errores.

Es inexplicable que su respuesta a los casos más recientes de corrupción haya vuelto a centrarse en la amonestación de miembros de base o de antiguos dirigentes, mientras sus primeros espadas bajo sospecha permanecen en sus puestos.

El hastío y la indignación son comprensibles, pero no basta con capitalizarlos; los nuevos partidos tienen que hacer propuestas para enderezar la situación, que deben someterse a análisis. Y el escrutinio, en el caso de Podemos, hace saltar las alarmas a poco que su programa se contraste con la Historia europea y americana.

La estatalización de la economía sólo supuso ineficiencia y empobrecimiento; el alivio momentáneo de negarse a pagar una parte de la propia deuda cerró los mercados a países enteros; por último, la segmentación radical en clases (o castas) se pagó con fractura social. El recelo de los empresarios y de otros amplios ámbitos sociales hacia Podemos está justificado. Su programa es un billete de ida hacia una nueva crisis, aún más grave.

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