Opinión

La recuperación bañera y el empleo barato

Amador G. Ayora, director de elEconomista.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hizo el jueves un alto en el camino en sus vacaciones veraniegas en Pontevedra para reafirmar su fe en la buena marcha de la economía española. Un acto más relevante de lo que parece si se tiene en cuenta la fecha.

El mismo día en que la Oficina de Estadística Europea confirmaba el colapso de las economías de Alemania y Francia durante el segundo trimestre y sólo una semana después de que se conociera que Italia había recaído en recesión.

Salvando las distancias, recuerda aquellos días de vino y rosas a comienzos de la década, en que la prima de riesgo española se situó por debajo de la germana y nos creímos mejor que los alemanes por un tiempo. Como en aquella ocasión, es mejor no dejarse llevar por los triunfalismos y sentar los pies en la tierra.

Con una tasa de paro superior al 27 por ciento y un déficit público próximo al 6 por ciento, después de cinco años de severa recesión, es como comparar al Real Madrid o al Barcelona con el Conquense.

Sin embargo, es cierto que España registró un crecimiento del 0,6 por ciento en el segundo trimestre, entre los más altos de Europa; que pocos organismos internacionales ponen ya en cuestión el 1,5 por ciento previsto para el conjunto del año o que se comenzó a generar empleo neto. Unos resultados brillantes, en comparación con el resto, que explicarían el optimismo del presidente Rajoy.

Los casos de Francia y Alemania

La cuestión ahora es saber si el descarrilamiento de las dos principales locomotoras europeas puede dejar nuestra trayectoria en vía muerta. A priori, hay que distinguir entre Alemania y Francia. Los vecinos del norte de los Pirineos sufren un estancamiento por la falta secular de reformas, al igual que le ocurre en Italia a Matteo Renzi, por mucho que éste prefiera mirarse en el espejo de los teutones que en lugar del español.

El país de Angela Merkel sufre un resfriado temporal, causado por las sanciones rusas, que pasará en cuanto Putin firme la paz con Occidente. Algo similar, aunque por motivos diferentes, ocurrió en Estados Unidos. Su economía entró en barrena en los tres primeros meses, tras un duro invierno, y en el segundo trimestre creció un 4 por ciento.

El dudoso órdago de Putin

Varios analistas sostienen que Putin no podrá mantener su órdago mucho tiempo. Las importaciones de productos agrícolas occidentales representan el 40 por ciento de su consumo y su veto amenaza con disparar la inflación en el peor momento, ya que Rusia está a punto de entrar en recesión. Por otro lado, el 60 por ciento de su PIB depende de las ventas de gas y petróleo, principalmente, a Europa.

La exportación española, que creció a ritmos superiores al 8 por ciento, será la principal víctima del conflicto ruso. Pero el consumo interno, con un tímido alza del 0,3 por ciento, comienza a tomar el relevo como impulsor de la actividad. La bajada de impuestos, que contribuirá con medio punto al crecimiento en 2015, también debería ayudar. Por una vez, Cristóbal Montoro acierta al reducir los gravámenes sobre la renta en el momento oportuno. Si hubiera subido el IVA, como pedían Europa y el FMI, el batacazo estaría servido. En Japón, el aumento del IVA, del 5 al 8 por ciento, provocó una caída del PIB de casi dos puntos en el último trimestre.

España no es inmune a la caída europea, sobre todo si ésta se prolonga, pero tiene nuevas armas para defenderse. Las principales bazas son las reformas laboral y financiera. Aunque ésta última aún no dio frutos, el crédito sigue sin fluir.

Casi el 40% de los nuevos contratos, a tiempo parcial

La economía española necesitaba crecer a tasas superiores al 2 por ciento para generar empleo y ahora lo crea a partir del 1 por ciento, la mitad. Un buen ejemplo es la portada de elEconomista: casi el 40 por ciento de los nuevos contratos son a tiempo parcial y de remuneración inferior o muy próxima al salario mínimo. Lo que en Alemania se denominan minijobs. Un modelo de contratación que facilita la legislación laboral, al igual que el del emprendimiento, con la tarifa plana de 50 euros.

Contrariamente a lo que piensan en el partido de Pablo Iglesias, la ausencia de una renta básica se está convirtiendo en el acicate de la creación de empleo. Rajoy tendría que comenzar por explicarlo bien a los ciudadanos, porque cada vez que presume de reformas, éstos se echan a temblar y trasladan su voto a Podemos.

De todas maneras, el presidente debe bajar sus humos, porque la recuperación va a ser muy poco a poco, y no conviene crear falsas ilusiones. Entre todo el alfabeto que se utilizaba sobre si la reactivación sería en V ó en L invertida, los economistas se han quedado con la denominación de recuperación bañera, por la forma que dibuja. En la primera fase, la actual, se toca suelo y se permanece con altibajos durante un laaaargo período, hasta que se produzca el tirón.

El modelo de EEUU

El paradigma es Estados Unidos. Su economía cumplió el pasado mes de junio cinco años de crecimiento sostenido, después de la gran crisis de las hipotecas basura. Superó así el período de expansión tras la Segunda Guerra Mundial, que se prolongó durante 58 semanas seguidas, uno de los más longevos en su historia.

La recuperación americana es lenta como una tortuga y con creación de empleo escasa. El primer trimestre en que la actividad repuntó de verdad fue el pasado, con una tasa de actividad del 4 por ciento. En Europa, donde el mercado laboral es mucho más rígido y el crédito escasea, el camino puede ser mortificante.

Muchos han puesto sus esperanzas en que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, inyecte dinero con la recompra de bonos privados. Pero Europa no tiene tradición en salir de las crisis por la vía monetaria, sino por la de los sacrificios.

En España, a la incertidumbre económica se añade la política. La irrupción de Podemos hace temer una fragmentación que trunque la alternancia en el poder entre los dos grandes partidos durante los últimos 30 años. Asimismo, los casos de corrupción que se extienden por todo el mapa o el desafío del referéndum catalán del 9 de noviembre, comienzan a sembrar el desánimo entre los inversores extranjeros.

Rajoy hace bien en plantearse seriamente concesiones en materia lingüística y financiera para atraer a Artur Mas, sino quiere que la incertidumbre política se apodere de la económica este otoño. Si a este complejo panorama sumamos los problemas de financiación que aún persisten y una recuperación con empleo barato, es mejor ser prudentes con el futuro. La economía española tardará en alcanzar su pleno potencial de vuelo hasta 2016.

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