
Una de las cosas que más me han llamado la atención de las últimas semanas es que después de haber publicado elEconomista que el margen neto del sector eléctrico español (Iberdrola, Endesa y Gas Natural) duplica al de sus homólogas europeas, la patronal del sector quiso ver una mano negra en la información. ¡Nada más erróneo! El porcentaje de beneficio sobre las ventas de las eléctricas españolas sobre sus homólogas europeas siempre ha sido muy superior para compensar los errores estratégicos de una política energética siempre con el pie cambiado.
Se abandonó la nuclearización siendo vecinos del país con mayor exposición de su producción a este tipo de energía; se confió en los ciclos combinados con un precio del crudo bajo; y nos hicimos más verdes que nadie cuando éramos ricos. Esto es cuando en lugar de años de déficits incontrolados teníamos superávit decidimos ser el alumno aventajado de la energía ecológica. Al final los errores políticos tampoco han de pagarlos las eléctricas y para eso estamos los ciudadanos que los abonamos de nuestro bolsillo por aquello de la titulización.
A las puertas de una reforma eléctrica que tiene amedrentado al sector, las eléctricas entienden que hablar de márgenes de beneficios elevados es mentar la soga en casa del ahorcado con políticos que analizan la escena. Pero la realidad es que Iberdrola superará en beneficios a E.On el año próximo y Endesa igualará a RWE porque la desnuclearización de Merckel ha jibarizado las ganancias de las eléctricas nibelungas ¡Eso es hacer daño con una reforma! Por fortuna las productoras y distribuidoras de electricidad españolas (incluida Gas Natural) hace décadas que pusieron en marcha su internacionalización y hoy sus ganancias vienen de fuera. Para sobrevivir, como el fútbol nacional, tienen que coger las maletas. Hoy en la Premier hay 29 españoles (Reina, Mata, Torres, Silva, Cazorla, Navas...); 6 en la Bundesliga (Martínez, Palop...); 8 en el Scudetto (Bojan, Joaquín...).
Pero la necesidad de emigrar no es nueva. Isidro Lángara, máximo goleador de la liga española entre el 33 y el 36, con el mejor Oviedo de todos los tiempos, tras terminar la guerra se marchó a Argentina y con el San Lorenzo de Almagro (el equipo del Papa Francisco) se convirtió en el primer español que triunfó en el extranjero.