No todo iban a ser malas noticias. España ha realizado un ajuste notable en cuanto al déficit por cuenta corriente: desde 2007, se ha recortado un 64,1%, hasta el 3,5% del PIB. Esto significa que nuestra necesidad de financiación es mucho menor, y la diferencia entre ahorro e inversión interna es también menor. Es uno de los síntomas de nuestra mejora en competitividad, junto con la creciente apertura al exterior de nuestras empresas, que no pueden depender de la débil demanda interna.