La ministra de Economía gala se postula como candidata para dirigir el FMI, tras la controvertida salida de su compatriota Strauss-Kahn. Por trayectoria y solvencia, Christine Lagarde es idónea para el puesto.
Y su condición de europea la convierte en doblemente apropiada. No sólo porque Europa aporte más al Fondo que otros, sino porque las vicisitudes de la UE demandan que tome el relevo alguien con conocimiento de sus problemas y un bagaje político que le permita negociar con los líderes del continente.
No en vano, el FMI es un actor principal en las medidas más críticas adoptadas en la zona euro. De acceder al puesto, y dada la envergadura de la tarea que encara, sería deseable que Lagarde lo enfoque como un fin en sí mismo, y no un peldaño más en su carrera política hacia otras instancias.
