Las bolsas rozan máximos, tanto en EEUU como en Europa. En gran medida, espoleadas por unos buenos resultados corporativos que superan las expectativas. Así, la renta variable se reafirma como la inversión más ventajosa con unos parqués que sonríen a las últimas noticias.
La reunión de la Fed del miércoles no sorprendió al mercado, y la tendencia alcista se mantiene. Si se atiende a la foto bursátil, da la sensación de que se materializa una incipiente recuperación. Y desde la imagen macro, el crecimiento de economías como la estadounidense o la alemana deja claro que ya ponen un pie en la postcrisis. Pero algo no encaja en los trazos de ambas estampas.
En Europa sigue enquistado el problema de la deuda periférica, que en cualquier momento puede manifestarse con mayor virulencia. Y en muchos puntos de la UE, sin ir más lejos España, aún se habla de crisis profunda. Al otro lado, en EEUU, el desempleo y el sector residencial siguen siendo los puntos flacos que subyacen al dato de PIB. De hecho, Bernanke ha recortado las previsiones de crecimiento. Precisamente por eso no hubo sorpresas ni endurecimiento de su política monetaria y no se esperan alzas de tipos. Es decir, hay divergencias entre la realidad y las bolsas que hacen que el ambiente de postcrisis no resulte suficiente como para hablar de reanimación con las decisiones de política económica.
Si así fuera, la Fed ya habría dejado que la economía americana marchara sola. Alguna pieza falta aún en la maquinaria de la reactivación. Pero las bolsas están engrasadas y responden a la esperanza.