Opinión

Editorial: Las grietas de Grecia

Alemania y Francia intentan a toda costa que el rescate de Grecia no se desmorone. Su plan inicial era conseguir que cualquier reestructuración se hiciese a partir de 2013, fecha en la que el mecanismo oficial de rescate entra en funcionamiento, se establecerá un sistema para resolver problemas en la banca y se espera que ésta se haya recapitalizado.

Pero cada vez parece más obvio que Atenas no aguantará hasta entonces. Apenas crece, y los 110.000 millones del salvamento darán sólo para un año. Los helenos tendrán que reanudar sus peticiones al mercado durante 2012. Pero con los 30.000 millones que precisará Grecia a unos intereses a dos años ahora al 20 por ciento, la situación se hará insostenible. Ni siquiera parece que la venta de activos públicos pueda resolver más de un año. Los griegos ya tienen claro que sólo una reestructuración de su deuda puede permitirles hacer tabla rasa y empezar sin cargas. Los propios ministros germanos lo admiten.

Desde este punto, se abren dos escenarios. En el más ideal, la banca gala y teutona estarían lo suficientemente capitalizadas para absorber el impacto y los mercados acogerían bien los alargamientos de plazos y las rebajas de interés. Pero hay otro horizonte posible mucho más pesimista: en éste, el sistema financiero sufriría; Grecia estaría tan estigmatizada que permanecería con asistencia más tiempo ante unos electorados hartos; y se contagiaría a Portugal e Irlanda, propiciando nuevas quitas. Los líderes germanos y franceses han echado la pelota hacia adelante. Pero el momento de las decisiones difíciles está cada vez más cerca. O hay una unión fiscal mayor o habrá grietas en el euro.

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