Opinión

Editorial: ¿Adiós al fantasma del rescate?

Se ha relajado la tensión en torno a un posible rescate de España, algo que planteaba serios problemas para el conjunto de la UE.

Si tal tesitura se produjera en nuestro país, el impacto en Europa sería de calibre superior e incomparable al de Grecia e Irlanda, dada la envergadura de nuestra economía.

Precisamente por eso, el recelo hacia España sacudía con más fuerza a los estamentos comunitarios, algo que certificaron los diferenciales y los seguros frente al impago que hoy se relajan.

La noche en vela que pasó Zapatero aguardando la evolución del Nikkei abrió al Gobierno una carrera sin tregua por el aprobado de Merkel, aunque fuera a base de atracones de última hora.

Así, el duro recorte de mayo ha permitido cumplir con holgura el objetivo de déficit. Además, la reforma de las pensiones, la vuelta al diálogo social, y el pacto económico recién sellado han hecho patente el propósito de la enmienda de un Ejecutivo que fue por libre hasta que se vio al borde del precipicio.

Pero la incipiente serenidad no puede ser un pretexto para descuidar nuevos pasos, sino la enseñanza de que hay que actuar a tiempo y con firmeza.

El paro sigue siendo muy grave, las cajas pueden tener un agujero mayor de los 20.000 millones previstos, y la reforma de la negociación colectiva debe aparcar errores del pasado. Si no se afrontan las próximas pruebas con la misma seriedad que se tuvo al encarar el barranco, una nueva zozobra periférica puede arrastrarnos.

Además, conjurar el riesgo de rescate no excluye el que precisemos algún otro tipo de ayuda europea. Hay que trabajar a diario y demostrar que España no sólo se disciplina la víspera de una reválida final.

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