Opinión

Carlos Doblado: De mayor quiero ser el 'pulpo Paul'

Poco que contar tras la última semana de intercambios, en la que tras un rebote tan descomunal como la caída previa volvió la realidad. Campeones o no, estamos donde estábamos.

El mundo bursátil es una fauna variada de gentes de todo tipo, no en vano desde siempre hemos utilizado metáforas en forma de animalitos para entendernos. En un mundo donde no reina la lógica, no está demás que asumamos que el mejor modo de comunicar una idea con cierta probabilidad de conseguir ser entendidos sea el ejemplo. Y gracias al fútbol tenemos un nuevo camarada?

Al toro, que eleva sus cuernos al cielo con el fluir del dinero y el alza de las cotizaciones, al oso, que golpea con violencia para poner al hombre común en su sitio para acabar retirándose siempre a su cueva hasta la próxima burbuja, al cerdo que se desangra en el altar de la rentabilidad que ha sido reservada a los demás -en España tenemos una versión propia que es el pollo tomatero-, sumé hace ya mucho tiempo a la gallina que picotea, por no atreverse a otra cosa. Hoy, podemos agregar al pulpo. Sí, ese animal viscoso que creíamos gallego y que ahora los niños dibujarán con una jarra de cerveza en una pata y una salchicha de Frankfurt en la otra.

Con medio país agradecido al pulpo y otro medio prometiendo que en adelante le hará libaciones en lugar de comerlo, pareciéndome a él me siento seguro como san Iker Casillas de todos los mundiales. Sí, me siento como un pulpo y no es nada nuevo. Pero no les hablo del Pulpo Paul, ese fenómeno que debe estar sumergido en algún mejunje que permite ver el futuro -como la melange de la saga Dune-, sino del pulpo de toda la vida, el que está perdido en un garaje y se come con patatas.

Seguimos -aún- en lateral

Conocíamos todos al mono, ese animalito que dicen las malas lenguas que bate a los analistas tirando dardos a una diana. Y ahora nos salen con el pulpo. Eso es acertar, y lo demás son tonterías.

Lo cierto es que no, que lo demás son estadísticas. En el casino, la banca vence acertando muchísimo menos que el dichoso pulpo. Lo hace explotando una probabilidad ligeramente superior al 50 por ciento y al pollo tomatero que tantos llevan dentro y que no conoce distinción por raza ni credo. Asegurándose contra la quiebra -por eso no puede apostar uno tanto como quiere sino el máximo que se le permite-, a largo plazo y a través de millones de jugadas, la probabilidad se impone y el rendimiento es grande cuando el montante total de intercambios se cuenta por muchos millones de euros. Tener un límite de pérdida, dejar correr la ganancia y aprovechar la probabilidad a largo plazo. En eso se resume el trabajo de un especulador si no adopta el papel del que todo lo sabe, del gurú... Paul el pulpo, que todo lo sabe, es uno de ellos. Pero servidor no está sumergido en melange.

Servidor está como Paul fuera de la pecera, en un garaje, perdido, y no tiene problemas en reconocerlo. Cuando así sucede, arriesgue poco, espere lo que haga falta, y mate la frustración con lo que sea cuando se ha acabado el mundial.

La situación técnica

Entre semana daba mi opinión en Blogságora, blog que comparto con los otros cefalópodos de Bolságora en elEconomista.es, argumentando que el lateral, a mi juicio, no puede durar mucho más. La solución se debate entre los 2.500 y los 2.800 puntos en el EuroStoxx 50. Antes de ello podríamos tener una salida alcista en las referencias que le adjunto en los gráficos superiores: el IBEX 35 español, el MIB 30 italiano, y el PSI 20 portugués, que como puede verse han frenado exactamente en las zonas que definen un cambio de tendencia al alza dentro del proceso bajista que mantienen desde enero; como ha frenado también en zona clave la renta variable norteamericana tras venirse arriba desde el último soporte en tendencia o el par compuesto por el dólar australiano y el billete verde.

El "aussie" sigue pareciéndome más relevante que un euro que quizá no mejora frente al dólar por circunstancias que ahora centren el debate bursátil, pues su centro de gravedad se ha trasladado desde la deuda soberana a los indicios de desaceleración de la economía norteamericana. Así, mientras los analistas fundamentales se centran en los resultados de las empresas, oteando el horizonte por el retrovisor, los analistas macro nos piden que nos fijemos en reacciones como la que tuvo ayer el mercado tras la publicación de un dato de confianza que sigue retrocediendo.

La tendencia que sigue estando muy abierta, en juego, y mientras sea así es más fácil que acierte el Pulpo Paul que un pobre analista técnico. Entre los máximos de esta semana y los mínimos de hace dos podría andar el juego...

Carlos Doblado, analista de Bolságora.

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