Opinión

Editorial: El mapa de cajas y las alas rotas

La redefinición del mapa de cajas es sólo el principio. Ni se ha llegado a reducir a la mitad el número de entidades ni se han conjurado los riesgos. El ajuste es el siguiente paso. Mientras siga pendiente, sólo se habrá puesto la primera piedra de un redimensionamiento que, de no darse hoy, vendrá en una segunda fase. La remodelación del sector se está acometiendo a través de fusiones light que captan las ayudas del Frob, pero que afrontan serias limitaciones.

Por un lado, cuando las previsiones de ingresos de las cajas van en picado y cae su actividad, habrán de devolver más de 4.000 millones antes de 2015, una cifra superior a lo que ganaron todas juntas el pasado ejercicio.

Por otro, no podrán acometer campañas publicitarias y comerciales agresivas mientras persista el apoyo público. Así, las cajas de ahorros deben volar, en su momento más frágil, con las alas rotas. ¿Quién gobierna eso?

Justo cuando tienen sus cuentas lastradas deberán devolver las ayudas, los intereses y afrontar unos requisitos de solvencia más exigentes, no disponiendo de toda la artillería para promocionar sus productos. Igual que Banesto en su día con ING, los bancos serán los pescadores que sacarán tajada del río revuelto de unas cajas que en algunos casos se han embarcado en uniones impelidas por la supuesta panacea de ganar tamaño. Los esfuerzos habrán sido estériles si al nuevo mapa de cajas es un mero paseo por la ventanilla del Frob para capear la crisis. Hace falta depurar la sobrecapacidad del sector y redimensionarlo mientras las entidades se racionalizan y mejoran su solvencia con la menor alteración de la competencia posible.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky