Los parqués ayer volvieron a teñirse de rojo. Ha bastado el fantasma de un enfrentamiento en Corea para que los mercados se acuerden de las burbujas en Asia; de que en Estados Unidos aún deben gestionar la retirada de los estímulos fiscales y copar con un dólar al alza; y de que la regulación financiera en ciernes afectará al crecimiento...
Y todo eso alimentó el miedo a que la economía dibuje una recaída, sobre todo cuando se ve a una Europa rezagada, que ha de aplicar ajustes que pueden frenarla y que tiene en la periferia países sin competitividad, capaces de lastrar a toda su banca atiborrada de deuda pública. Hay incertidumbre para rato. El peligro ahora es que tanta volatilidad termine provocando una descapitalización de las empresas vía bolsa que dañaría la recuperación, en especial la del sector financiero.